¿Por qué los consumidores siempre queremos lo último en tecnología?

Cambiar nuestro teléfono cada año tal vez no sea necesario

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El otro día me puse nostálgico y me quedé pensando en las etapas y los formatos en los que he disfrutado la música: desde la primera vez que utilicé un tocadiscos hasta la llegada de Spotify, sin olvidar los cassettes, los discos compactos y mi primer iPod. Obviamente, esta evolución aplica a muchos otros aspectos de la vida, como el entretenimiento, el trabajo e incluso, la educación.

Actualmente, es muy difícil para un adolescente comprender lo que implicaba y significaba grabar un cassette o mix tape para regalarlo a alguien especial. Los jóvenes de hoy no experimentaron lo que era medir la duración de las canciones para calcular cuántas cabrían en cada lado, ni el tiempo y dedicación invertido en la confección de estas cintas personalizadas. Hoy es muy fácil crear una lista de reproducción con cientos de canciones y escucharla en una gran variedad de dispositivos.

Honestamente, me siento muy afortunado de formar parte de una generación que ha vivido la transición de lo análogo a lo digital. Tal vez esa sea la razón por la cual, a pesar de que recuerdo con cariño épocas pasadas, también aprecio y valoro los avances tecnológicos que nuestra sociedad exige. El rápido avance de la tecnología, por ejemplo el cambio de VHS a DVD y de DVD a Blu-ray nos acostumbró a esperar mejoras enormes y, ahora, nos decepcionamos cuando las especificaciones del Galaxy S5 no están tan alejadas de las del S4.

Claro que el cambio no necesariamente significa sacrificar calidad. Recuerdo que en los 80 y 90 se acostumbraba usar los aparatos eléctricos durante varios años. Si alguno se descomponía, era común llevarlo a arreglar, algo que podía repetirse varias veces a lo largo de su vida útil. Ahora es más fácil, y en muchas ocasiones más barato, deshacerse de él y comprar uno nuevo.

La expresión “ya no los hacen como antes” se aplica cada vez con más frecuencia; sin embargo, ya no es necesario que el televisor deje de funcionar para cambiarlo por uno nuevo. Basta con que las características y funciones de los nuevos modelos sean suficientemente atractivas para que los consumidores decidan comprarlos. Esta práctica no sólo aplica a los televisores, muchos productos se vuelven obsoletos cada vez más rápido, desde refrigeradores hasta smartphones.

Gordon Moore, cofundador de Intel
Gordon Moore, cofundador de Intel

A mediados de los 60, Gordon Moore, cofundador de Intel, dio a conocer su famosa Ley de Moore, la cual establece que la velocidad del procesador o el poder de procesamiento total de las computadoras se duplica cada 12 meses. También menciona que a medida que las técnicas y los productos mejoran, el precio de producción de cada componente se reduce. En la década en que se formuló el postulado, la norma no era muy popular, pero se ha convertido en un término muy utilizado en la actualidad.

Lo dicho por Moore no es precisamente una ley, pues carece de fundamentos científicos, más bien se trata de una observación que ha sentado las bases de grandes saltos en el avance tecnológico, algo que ha sido validado por el comportamiento de esta industria y por el nuestro como consumidores.

Estar inconformes con lo que tenemos es parte de nuestra naturaleza, pero el rápido progreso de la tecnología nos malacostumbró a exigir que los gadgets mejoren drásticamente año con año. Por ejemplo, el mundo espera la llegada del iPhone 7 y una vez que sea presentado la gente comenzará a perder interés y en pocos meses iniciarán a correr los rumores y las especulaciones en torno al iPhone 8, 7s o como sea que decidan llamarlo.

Diseñar productos con la firme intención de que se vuelvan obsoletos rápidamente es conocido como obsolescencia planeada. En 2009, la periodista Sharon Bloyd-Peshkin profundizó en el tema y dividió el término en obsolescencia funcional (cuando el producto se descompone) y obsolescencia de moda (cuando el producto ya no es percibido como algo nuevo o cool). Así, algunas compañías deciden fabricar productos menos duraderos y la mayoría de los compradores no tiene problema con eso debido a que, de cualquier manera, exigirán la pronta salida de nuevas versiones.

En pocas palabras, las expectativas del mercado son cada vez más altas, y eso ha provocado que las empresas se enfoquen más en la innovación que en la longevidad de los dispositivos. En algunos casos, esto genera descontento entre los aficionados a la tecnología, pues cada vez es más complicado presentar verdaderas innovaciones en tan corto tiempo . Aún así, un gran número de personas prefiere contar con el smartphone más nuevo a pesar de que éste no presente mejoras que lo hagan sobresalir frente al modelo anterior.

Dicho comportamiento tiene implicaciones importantes, una de ellas es la contaminación que genera el desperdicio electrónico. La producción acelerada, combinada con la falta de cultura de reciclaje y el mal manejo de los desperdicios, tiene el potencial de convertirse en un grave problema. Los desechos tecnológicos contienen elementos contaminantes que pueden provocar daños a la salud y al medio ambiente. Por ejemplo, un teléfono móvil contiene entre 500 y 1000 compuestos diferentes, entre los cuales se encuentran el mercurio, que produce daños al sistema nervioso; el plomo, que contribuye al deterioro intelectual; el cadmio, que produce infertilidad; y el cromo, que genera problemas en riñones y huesos.

Project Ara, el teléfono modular
Project Ara, el teléfono modular

Hay un buen número de asociaciones y proyectos que buscan revertir esta situación, uno de ellos es Project Ara, el smartphone modular que ayudará a disminuir la cantidad de basura tecnológica con sus partes intercambiables. También existen otras alternativas y posibles soluciones que abordaremos en otro artículo.

Tenemos que ser más conscientes de la manera en que consumimos tecnología, y eso implica analizar a profundidad si en verdad necesitamos un celular o televisor nuevo o si únicamente lo queremos por capricho. Si comenzamos a evaluar mejor los pros y contras de adquirir un producto nuevo lo agradecerá nuestra cartera y también el medio ambiente, además de que contribuiremos a impulsar las verdaderas innovaciones tecnológicas.

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