Cada año es común escuchar voces críticas que pronostican el final definitivo para el Consumer Electronics Show y no es para menos: aunque la máxima convención de tecnología a escala global tiene una larga trayectoria —comenzó en 1967— y sus índices de audiencia van en aumento, cada vez hay menos anuncios importantes o los que suele haber están perdiendo el característico toque de frescura e innovación que existía hace una década. Ese fenómeno fue mucho más notorio en CES 2015 y quedó claro que, si bien la relevancia del show sigue creciendo, su brillo comienza a apagarse.
Hay muchas posibilidades para explicar lo que está sucediendo:
- El evento siempre ha sido más un centro para hacer negocios y cerrar tratos comerciales, que el escenario ideal para revelaciones de nuevos productos, así que las compañías simplemente se están apegando a lo que más les conviene.
- Los startup son la nueva fuerza de innovación en la industria y en consecuencia, las grandes empresas no tienen tanta sangre nueva para crear conceptos interesantes.
- La convención es tan masiva, que casi todas las marcas prefieren hacer sus anuncios en eventos independientes o en conferencias más pequeñas (como MWC), con el objetivo de tener más controlada la cobertura mediática.
No importa si hay una razón específica o si se trata de una combinación de circunstancias, al final, es un hecho que CES pasó de ser el lugar favorito de las compañías para presentar sus productos más llamativos, a un conjunto de conferencias en las que sólo se habla de tendencias. Por ejemplo, Sony sigue poniendo énfasis en la importancia del 4K y la música con calidad Hi-Fi, así como en la necesidad de evolucionar aún más las tecnologías fotográficas; sin embargo, en todo el keynote sólo hubo 3 productos nuevos. Algo similar sucedió con Samsung, pues aunque presumió avances significativos en su iniciativa de hogar inteligente, el resto de los anuncios estuvieron un tanto dispersos y lo único que realmente provocó emoción y expectativa, fue el televisor que iguala los colores de las pantallas de cine. La ironía es que esa TV, con todo y su avanzada tecnología, está muy lejos de ser la pantalla más seductora de la historia. Y claro, también está el masivo piso de exhibiciones, pero si nadie presenta algo nuevo, es obvio que hay muy poca motivación para recorrer los booths.
Ahora bien, no es un secreto que las ganancias monetarias más fuertes provienen de la tecnología más popular: teléfonos, tablets y wearables. LG seguirá fabricando televisores muy sofisticados, pero dijo que el objetivo de su estrategia para los próximos años es impulsar su división de smartphones —tanto, que está invirtiendo una fortuna en investigación y desarrollo para crear celulares flexibles cada vez mejores—, mientras que Microsoft incluso compró la división de productos y servicios de Nokia con la intención de popularizar Windows Phone. Y es que, aunque es seguro que todas las grandes compañías mantendrán su diversidad mediante la fabricación de distintos productos, la mayoría de estos competidores está centrando sus esfuerzos en dominar el mundo de los dispositivos móviles. Obviamente cada empresa tiene una visión diferente de cómo dominar el panorama: Sony apuesta por la creciente calidad de la línea Xperia Z, mientras que Samsung que no tuvo opción sino reducir su catálogo de dispositivos móviles y por otra parte, Motorola, Lenovo y ASUS están ofreciendo teléfonos muy buenos, a cambio de un precio accesible. Si consideramos que las prioridades de la industria cambiaron, no es extraño que CES haya dejado de ser el eje y en su lugar, Mobile World Congress se esté convirtiendo en el centro de atención.
En Qore tenemos altas expectativas para la convención de Barcelona, pues Samsung promete reinventar el concepto de sus teléfonos con el Galaxy S6, Motorola al fin mostrará los primeros frutos de su unión con Lenovo, LG asegura que tendrá cosas muy interesantes con el G4, el próximo One de HTC tal vez nos enamore de nuevo y el Xperia Z4 podría ser muy futurista... sobran los pretextos para emocionarse. Mientras tanto, parece que CES seguirá vivo durante mucho tiempo, pero queda preguntarnos si el siguiente año habrá novedades excitantes o si se repetirá lo que pasó en 2015. Por supuesto, no estamos diciendo que la convención tenga que desaparecer, por el contrario, queremos volver a ver anuncios tan sorprendentes como en su momento fueron la videocasetera, el Walkman, el disco compacto o el televisor de plasma. Queremos que CES sea, una vez más, una auténtica ventana hacia el futuro de la tecnología.
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