El Instituto para la Biología de Sistemas de Estados Unidos secuenciará el genoma, aislará ciertas proteínas y monitoreará el sueño de 1000 residentes de Seattle cada 3 meses, con el objeto de determinar si los cambios observados pueden utilizarse para predecir el surgimiento de ciertas enfermedades, como el cáncer o el Alzheimer.
A pesar de que el estudio se llevará a cabo en un conjunto aleatorio de personas y no en un grupo de control definido, éste proporcionará información importante sobre los hábitos de los testigos. La modificación de ciertas conductas tendría impactos positivos sobre su salud, de manera deseable. La desventaja es que el procesamiento de los datos se vuelve impreciso cuando la población de análisis no se elige correctamente.
Los sujetos portarán un dispositivo inteligente al momento de dormir, que se encargará de leer diferentes signos vitales, como los ritmos cardíaco y respiratorio, o la temperatura. Sin embargo, la parte más importante recae en las proteínas reunidas, pues al introducirse en células cultivadas en el laboratorio, será más fácil relacionar cambios en la salud con su síntesis en el cuerpo humano, y prevenir padecimientos a tiempo.
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