Edward Snowden filtró un documento en el cual muestra que la Agencia Canadiense de Espionaje Electrónico (CSEC, por sus siglas en inglés) utilizó información de miles de usuarios que se conectaron a la red pública de uno de los principales aeropuertos en Canadá. El objetivo era monitorear los dispositivos, incluso días después de haber visitado la terminal.
Después de revisar el documento, Ronald Deibert, una de las autoridades en ciberseguridad del país, indicó que la operación clandestina de la CSEC podía ser catalogada como ilegal.
Supuestamente, la agencia debe recopilar datos de inteligencia extranjera al interceptar llamadas internacionales y tráfico de Internet, pero está prohibido espiar a ciudadanos canadienses o a cualquier persona que se encuentre dentro del territorio, sin una orden judicial.
El director de la CSEC, John Forster, expresó recientemente: "Puedo decirles que nosotros no espiamos canadienses, dentro y fuera de nuestro país, como tampoco a cualquiera que visite Canadá. De hecho, está prohibido por la ley. Nuestro principio más importante es proteger la privacidad de los canadienses." Sin embargo, expertos en seguridad que revisaron el documento señalan que todos los pasajeros que fueron espiados.
La metadata de los dispositivos a los que tuvo acceso la agencia revela, por ejemplo, la localización y números telefónicos de todas las llamadas que la persona recibió o realizó —no el contenido de la llamada, lo que legalmente es considerado comunicación privada y que no puede ser interceptado sin una orden—. De acuerdo con la agencia, "Ninguna comunicación fue o es espiada, recolectada o utilizada.".
Aparentemente, en el caso de la operación en el aeropuerto, la metadata solamente identificó a los dispositivos conectados, pero no obtuvo contenido de llamadas o correos enviados o recibidos desde ellos.
Mientras se aclara el asunto, el caso se suma a la larga cadena de revelaciones que han conmocionado al mundo, cortesía del que para muchos es un héroe y para otros es un villano, Edward Snowden.
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