En respuesta a los ataques terroristas en París del 13 de noviembre, el presidente François Hollande declaró que Francia está en guerra, pero que “no es contra un país, sino contra una ideología que busca destruir al mundo”. Esta postura no es nada para sorprenderse, si tomamos en cuenta que los franceses respondieron contra el Estado Islámico al hacer un bombardeo estratégico en Siria para deshabilitar algunos campamentos de ISIS —una misión que supuestamente no tuvo éxito, según activistas sirios—.
Lo que llama la atención de estas declaraciones, expresadas ante el parlamento francés en el palacio de Versalles, es que Hollande quiere llevar las cosas al siguiente nivel, tanto dentro de las fronteras de Francia, como en el resto del mundo. Y es que el mandatario busca imponer al menos 3 meses de estado de alerta en todo el país, para prevenir futuros ataques, además de que tiene intención de reunirse con los presidentes Barack Obama y Vladimir Putin para “unir fuerzas en contra de un enemigo en común”.
En la opinión de Hollande, los esfuerzos internacionales para detener al Estado Islámico no han sido suficientes y “los ataques en París, en Beirut, en Ankara y en muchas otras ciudades durante las últimas semanas son la evidencia que necesitábamos”. El presidente de Francia dice que se harán más ataques en contra de puntos estratégicos de ISIS y que triplicará la presencia francesa en Siria. “Sus crímenes [de los terroristas], lejos de aplastar la voluntad de Francia, refuerza nuestra determinación para destruirlos”.
Los analistas del panorama sociopolítico global dicen que la comunidad internacional fracasó al subestimar el alcance del Estado Islámico, pues “jamás consideraron que tendría tanto impacto fuera de Medio Oriente”. Desde 2008 han sucedido una docena de ataques terroristas y parece que el de París no será el último de gran impacto, pues la nación yihadista tiene más hombres, más dinero y más disciplina de lo que se creía hasta hace algunos años.
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