La idea de aprovechar comercialmente la seda de araña, dada su alta flexibilidad, resistencia y propiedades curativas, no es nueva. Sin embargo, la dificultad para sintetizarla en grandes volúmenes retrasó su aplicación en nuevas formas de tecnología.
Los obstáculos relativos a su producción fueron superados cuando la empresa alemana AMSilk decidió modificar genéticamente la bacteria E. coli para que expresara las proteínas que constituyen el biomaterial. El proceso consistió en injertar los genes responsables de generar la fibra en el microorganismo para transformarlo en un biorreactor eficiente y, por supuesto, multiplicable.
Hace un par de meses, AMSilk lanzó al mercado una línea de cosméticos y champús formulados con seda de araña. Los últimos, demostraron reparar cabello dañado, pues al combinarse con la queratina, la seda lo vuelve más resistente y brillante. Actualmente, la compañía desarrolla un spray contra heridas menores y recubrimientos para implantes de seno.
“Esta es una tecnología totalmente escalable. Si alguien nos solicita una tonelada, podemos hacerla. De hecho, ya hemos manufacturado media tonelada”, indicó Axel Leimer, accionista de AMSilk.
Otras entidades con avances significativos en la producción comercial de seda de araña son Kraig Biocraft Laboratories, Araknitek, Spiber y el Instituto de Ciencia y Tecnología Avanzadas de Corea.
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