Toda esta semana las noticias que se compartieron en mis redes sociales provenían principalmente de 2 eventos, la matanza en el bar gay "The Pulse" en Orlando y todos los anuncios que se dieron en el marco de la Electronic Entertainment Expo.
El lunes 13 de junio despertamos con la terrible noticia del crimen de odio y tiroteo más brutal en la historia de Estados Unidos —lo cual es decir mucho dado que solo este año se han reportado más de 140 tiroteos con múltiples víctimas—, ese mismo día por la tarde, el evento más importante de la industria más poderosa del entretenimiento comenzó.
Periodistas y medios de todo el mundo se dan cita año con año y la atención mundial se centra en Los Ángeles para 4 días de anuncios, noticias y una encarnizada competencia entre las principales marcas por la atención del respetable, pero este año fue empañado por desafortunados acontecimientos. ¿Cómo predecir algo así? ¿Cómo te preparas para mostrar ese flamante nuevo trailer de tu franquicia más poderosa que casualmente se centra en disparar y matar a otros con un contexto como este?
Las reacciones fueron diversas, desde la completa indiferencia y desentendimiento de EA, hasta las palabras sensibles de personalidades como Phil Spencer, Shawn Layden y Reggie Fils-Aime, sin olvidar la desafortunada mención de Aisha Tyler en la conferencia de Ubisoft.
Llamó mi atención que durante el evento, las diversas banderas que adornan el centro de convenciones, fueron puestas a media asta, como si se tratara de un asunto diplomático entre países. No hay que perder de vista que a final de cuentas estas empresas son representantes culturales, si bien no de naciones, de un grupo muy grande y diverso: los gamers.
Para muchos el asunto no tenía nada que ver, reclamaban en redes sociales que dejaran lo “políticamente correcto” y volvieran a lo suyo, mostrar juegos. Para otros fue un motivo de miedo, pensar que volviéramos a los tiempos donde este tipo de tragedias hizo que las personas buscaran culpables en TV, cine y videojuegos, a que iniciara una caza de brujas.
Los exponentes en el E3 se mostraron nerviosos al tocar el tema, pero lo hicieron. Era necesario porque no vivimos en una burbuja. Los juegos de video son un escape del mundo real para muchos, con lo popular del género de disparos en primera persona, estos escapes muchas veces nos llevan a lugares plagados de violencia y muerte gratuita. Nada nuevo ahí, esto sucede en todos los medios de entretenimiento, de la literatura al cine, de la TV a los videos en YouTube.
No digo —ni jamás diré— que los videojuegos incitan a la violencia, pero tenemos que señalar que más de la mitad de los juegos que salen cada año tienen temáticas bélicas o sangrientas. En Estados Unidos —el segundo mercado más importante de videojuegos— con la facilidad de adquirir armas de fuego de forma legal, esto debería preocupar más.
En Latinoamérica no vivimos un panorama muy diferente. La violencia armada, los crímenes de odio e incluso la llamada narcocultura ha permeado en todos los medios audiovisuales. Quizás no seamos fuertes en la industria, pero sí somos un mercado importante para los juegos que retratan de forma “realista” conflictos armados. Sólo hace falta ver los géneros más populares en Corea del Sur o China y compararlos con los juegos más vendidos en América y Europa. Somos los occidentales quienes consumimos más juegos de disparos en primera persona.
Más allá de si los videojuegos hacen violentas a las personas o no, estamos ante el mismo fenómeno que la violencia en TV, ante el mismo dilema de los narcocorridos. Está claro que consumir entretenimiento de este tipo no tiene porque volverte una persona violenta, pero el peso cultural es más grande de lo que queremos admitir, cada dia somos más insensibles ante la violencia.
Si el día de hoy alguien lanzará una película o un videojuego con la historia de la masacre en Orlando, sería completamente mal visto y reprobado. Pero a menos de 15 años de la caída de las torres gemelas ya tenemos películas y hay gente trabajando en videojuegos. Existe un sin fin de películas y videojuegos sobre la primera y la segunda guerra mundial también. De repente como jugadores se nos olvida que gente real murió en esos conflictos.
Podemos culpar a las compañías tanto como queramos, podemos voltear a un lado y fingir que no pasa nada porque no nos afecta, pero si EA vende tantos Call of Duty al año —por más gastada que nos resulte la fórmula a algunos— es porque los gamers seguimos interesados en pagar dinero por matar personas virtuales. Claro, podríamos extender la verdad a su máximo y ver crueldad animal en Pokémon y conductas psicópatas en Minecraft, pero no tiene sentido fingir demencia.
En la carrera de las compañías y nuestra hambre por gráficos y experiencias realistas hemos sacrificado un poco de nuestra empatía y hemos abrazado la muerte como algo normal, divertido o hasta estimulante. La pregunta entonces sería ¿jugamos lo que nos parece familiar? O ¿estos actos de barbarie nos parecen cada día más normales, por el tipo de juegos que consumimos? ¿Qué opinas?
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