La Estrella de la Muerte siempre va a ser un enigma para mí. ¿Cómo la movían de un punto de la galaxia a otro? ¿De verdad valía la pena gastar tantos créditos del Imperio para construir algo absurdamente colosal? ¿Por qué rayos había un punto débil tan expuesto como para que un novato le pudiera atinar?

Pero al final, no hay pregunta que importe cuando tienes enfrente a la pieza tecnológica más destructiva del universo, lista para pulverizar tu planeta. Lástima que ningún juguete le haga justicia —si acaso prenden lucecitas y nada más—, aunque hay una excepción. A Patrick Priebe, un inventor amateur y ocioso fan de Star Wars, se le ocurrió diseñar una versión de la Death Star cuyo rayo aniquilador funciona... por lo menos para desintegrar una persona a la vez, o un planeta del tamaño de una pelota.
Lo fascinante de esta réplica es que está compuesta de varios rayos láser, al igual que la Estrella de la Muerte "real" y cuando convergen, crean una concentración de calor equivalente a 84 watts —cada rayo es de 6 watts—, lo suficiente para perforar una lámina de metal.
Seguir el ejemplo de Patrick te costará $4500 dólares, alrededor de unas 4 semanas para la construcción —suponiendo que seas experto con el uso de componentes eléctricos y el manejo de soldadura—, además de varias quemaduras. Pero todo sea por destruir a esos microscópica basura Rebelde.

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