¿Por qué el gobierno no entiende a Uber, Cabify y la tecnología?

La constante evolución tecnológica está atropellando las prácticas legislativas en todo el mundo y el gobierno —en muy distintos niveles— sencillamente no tiene la capacidad para adaptarse con suficiente velocidad, lo que provoca lamentables tropiezos para la innovación. Un capítulo más de esta polémica acaba de presentarse en la Ciudad de México, en el marco del debate acerca de movilidad urbana entre Uber y Cabify, contra el gremio de taxistas y algunos representantes del gobierno capitalino. ¿Cuál es el argumento? El mismo de hace meses y que ya no sorprende, porque se repite en otras partes del planeta: la ilegalidad de los servicios de transporte basados en apps, la competencia desleal y la interrogante de cómo poner solución al desacuerdo.

El consenso es que los políticos no entienden Internet y sus vertientes, no saben cómo regularlo y son completamente ignorantes acerca de los desafíos que conlleva una sociedad cada vez más conectada

A simple vista la respuesta es sencilla, pues si únicamente falta darle más formalidad dentro del marco legal a las empresas que trabajan con economía de compartición, bastaría que el gobierno tome una postura definitiva y le ponga fecha en su agenda de regulación. Desafortunadamente no es cosa de ensueño. Al margen de que cada facción política tiene intereses diferentes —y por ello los legisladores no se pondrán de acuerdo fácilmente, como ya es costumbre—, está el hecho de que las autoridades no comprenden la tecnología y, obviamente, no tienen idea de cómo incluirla en un modelo gubernamental que fue creado hace siglos. Podríamos usar la analogía de supervivencia que mantuvieron los mamuts y los humanos hace más de 30,000 años: las gigantescas criaturas, incapaces de adaptarse al cambio climático y a la cacería, tuvieron que sucumbir ante la raza superior. Sí, eso significa que el techno sapiens, la cultura que vivimos la tecnología, estamos destinados a rebasar lo obsoleto de ciertos gobiernos.

Bitcoin es otro ejemplo de la desvinculación del gobierno con la tecnología; la criptodivisa es tan disruptiva que atenta contra la economía actual, pero a cambio de interesantes beneficios
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Neelie Kroes, quien desde 2010 ha servido como vicepresidente de la Comisión Europea, dice que la problemática va más allá de ajustar las leyes con mayor frecuencia y en su opinión, hace falta un radical cambio de mentalidad. "A veces toma demasiado tiempo hacer que cada involucrado en una legislación entienda las implicaciones tecnológicas de un tema y es aún peor cuando tratas de hacer que razonen la complejidad del trasfondo. No podemos perder recursos y esfuerzos para revisar una regulación docenas de veces, sólo porque alguien está fuera del contexto tecnológico". Es evidente que lo acelerado de la innovación rebasa la habilidad del gobierno para reaccionar, pero ¿hay forma de lograr un cambio pronto?

En Estados Unidos y en algunas naciones de la Unión Europea comienza a haber un progreso, pero una vez más, es más lento de lo que hace falta. Por ejemplo, el presidente Barack Obama recién nombró a Megan Smith —de Google— su nueva directora de tecnología, así que la experiencia de esta veterana de Silicon Valley debería servir para impulsar varias iniciativas de avance tecnológico en la Unión Americana. Claro, siempre y cuando se logre convencer a los congresistas, el zapato en la piedra de este asunto específico, quienes difícilmente aprobarán un cambio notorio si les parece que va en contra de lo que favorece a su partido. Lo mismo sucede en la ciudad de México: la batalla de Uber contra los taxistas se decide por lo que le conviene al gobierno en turno, en lugar de favorecer las necesidades de los ciudadanos.

Y aunque organizar un debate para abrir el diálogo podría conseguir un poco de comprensión de ambas partes, no significa que tendrá consecuencias reales en la ley. Lo irónico es que sobre la mesa se pusieron argumentos de mucho valor y que dan dirección para resolver el dilema:

  • "Nueva regulación, urge, en la que haya competencia y control de la corrupción, para que podamos defender a usuarios y taxistas de los depredadores urbanos" -Manuel J. Molano, Director General Adjunto del IMCO
  • "Regulación mínima. Principios de transparencia. Protección e innovación. Equidad. Competencia económica. Seguridad. Sustentabilidad y una óptica de derechos humanos. Derecho humano a la movilidad es poder moverte de un lado a otro, sin restricciones; no es derecho a que la gente deje de manifestarse a cambio de que tú puedas pasar en tu coche a diferentes lugares, lo mismo aplica para los servicios" -Paula Vásquez, investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)
  • "La crisis viene cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. Si se habla de piso parejo, que no sea a nivel sótano. Que no se empareje el piso hacia abajo. La regulación no debe ser para imponer restricciones a los nuevos servicios, sino para mejorar las condiciones de quienes son percibidos por la ciudadanía como un servicio inferior" -Emilio Saldaña, vocero de Creative Commons episodio México

Mientras que los gobiernos siguen escribiendo sus políticas con la velocidad de una máquina de escribir, el mundo vive a un ritmo computacional
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Mientras tanto, el consejero jurídico del Distrito Federal —José Ramón Amieva—, trató de pasar desapercibido al término del debate, pero varios reporteros lo detuvieron con las preguntas obligadas: ¿Uber y Cabify son legales o ilegales? ¿Deben catalogarse como transporte público o privado? ¿Qué planea hacer el gobierno del DF? El funcionario apostó por lo más sencillo y dijo que es necesario esperar hasta que concluyan las mesas de diálogo para definir la normatividad que corresponde. En pocas palabras, ante tantas opiniones de expertos en tecnología —que si bien no son eminencias, al menos conocen su tema—, para un político lo más astuto es callar sin ceder.

La tecnología está afectando de manera muy contundente cada sector de la sociedad y cada forma de interacción humana, no es suficiente con que las empresas vayan a la vanguardia, también es necesario que el gobierno —de cada país y localidad— se ubique en el mismo contexto. Fuera de Silicon Valley, en un entorno menos colaborativo como Nueva York, Google y la administración de la ciudad ponen un ejemplo de la sinergia adecuada: involucrar de lleno a los expertos en materia tecnológica, tanto en urbanización y logística, como en uso de energía y automatización de sistemas. Desafortunadamente, mientras que el mundo sigue cambiando, los que llevan las riendas viven en el pasado.

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