Tecnología

La idea de que China sólo sabe copiar es anticuada y racista

El país asiático siempre ha sido cuna de grandes mentes e ideas revolucionarias

A pesar de ser una potencia, China no ha logrado cambiar la imagen negativa que tienen con relación a tecnología, pues hasta hoy sigue teniendo la etiqueta de ladrón y pirata tecnológico. Desde una postura occidental, lo que China sabe hacer mejor que nadie es copiar y, quizá, mejorar productos ya existentes. En muchos casos, la mano de obra barata y la producción súper masiva de sus bienes de importación le han dado a China parte de su reputación negativa: sus productos son vistos como salidas económicas de mala calidad, cosas que compramos “en lo que consigo algo mejor”.

El gobierno chino planea cambiar estas cuestiones de imagen y de paso resolver el gran problema de depender de la innovación extranjera. Los primeros esfuerzos se dieron desde hace tiempo, ya que el país asiático manufactura un porcentaje muy elevado de toda la tecnología que se consume en el resto del planeta, desde baratijas hasta productos de la más alta calidad. Pero lo que sigue es una declaración de independencia que, con el nombre de TaihuLight, es tan sólo una carta entre muchas que tiene China en su búsqueda por el prestigio y la admiración mundial.

La supercomputadora más rápida del mundo es China, por segunda ocasión

Con una velocidad de procesamiento de 93 teraflops (o 93 cuatrillones de cálculos por segundo), la Sunway TaihuLight es 3 veces más rápida que su predecesora, la también china Tianhe-2, y 5 veces más poderosa que la supercomputadora más rápida de los Estados Unidos. En pocas palabras, la supercomputadora más rápida del mundo es China.

Además de tener 41,000 chips, cada uno con 260 núcleos de procesamiento, la TaihuLight cuenta con un total de 10.65 millones de núcleos, en contraste con los 560,000 núcleos de la supercomputadora estadounidense Titan, ahora en tercer lugar mundial. Es más pequeña y consume menos energía que su contraparte norteamericana, pero lo más sorprendente es que está construida con semiconductores chinos, a diferencia de la Tianhe-2, que usaba chips de Intel.

Si bien China lleva tiempo desarrollando semiconductores, las recientes restricciones en exportación de tecnología de cómputo (principalmente procesadores) que impuso Estados Unidos sobre China en 2015 debieron acelerar el proceso. Según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, exportar ese tipo de tecnología era actuar en contra de los intereses nacionales de seguridad y relaciones exteriores, pues según ellos la supercomputadora china Tianhe-1A fue utilizada para probar misiles balísticos nucleares.

El gigante invisible

Museo Nacion de Arte, en Beijing
Museo Nacion de Arte, en Beijing

Para Occidente, China siempre ha sido un país lejano y extraño, incomprensible muchas veces. Inconquistable, en parte por su vasto territorio como por su impresionante densidad de población, el mejor esfuerzo de Occidente por borrarlos del mapa ha sido ignorar su existencia desde tiempos inmemoriales. La distancia y las fronteras entre Europa y otros imperios que se interponían en el camino a China ayudaron a que esto fuera posible. Pero en estos tiempos ya no podemos ignorar a un país que cuenta con la mitad de la población del mundo y que se está posicionando como líder mundial en casi todas las áreas posibles.

En China hay creatividad, talento e ingenio de sobra, pero el gobierno no siempre deja que florezcan
En China hay creatividad, talento e ingenio de sobra, pero el gobierno no siempre deja que florezcan

Desde los comienzos de la civilización, China ha sido una región que se caracterizó por descubrir e inventar tecnologías que cambiaron al mundo. La escritura, por ejemplo, se cree que se originó en China, India y Mesopotamia más o menos al mismo tiempo, lo mismo que el bronce. Entre otras grandes aportaciones tecnológicas que China le dio al mundo, se encuentran el ábaco, la ballesta, la pólvora, el papel, el compás y la impresión. Sobra decir que sin las últimas cuatro no existiría el mundo actual. Y no hablemos de aportaciones culturales, pues la influencia de China en su región es tan grande o mayor que la de Grecia y Roma en Europa.

Pese a los esfuerzos de Europa y Estados Unidos en el siglo XIX por desestabilizar China y disminuir su influencia en Asia para controlar las rutas marítimas, así como para establecer colonias, el gigante oriental nunca perdió su fuerza ni su dominio. Salvo algunas décadas que causaron guerras tan destructivas como la de Corea y la de Vietnam, China es una vez más la fuerza dominante de Asia.

Volteemos hacia China

Los esfuerzos de China por desarrollar ciencia y tecnología propias y posicionarse como líder en dichos campos abarcan casi cincuenta años, desde los programas de modernización de la década de los setenta. Pero no fue hasta comienzos del siglo XXI cuando el gobierno de China cambió el enfoque nacional de construir infraestructura en escala masiva, a subsidiar la investigación científica en grandes proporciones. Uno de los intereses del gobierno chino es generar prestigio a nivel mundial con el desarrollo de tecnología propia, modelo que han seguido otros países asiáticos durante años recientes, como Japón y Corea del Sur.

No podemos ignorar lo que sucede en esa región que nos parece tan lejana. China es el país más industrializado, el que consume más acero, el que tiene las dos supercomputadoras más poderosa del mundo, el de mayor población a escala global, el que aloja la mayor cantidad de profesionistas con posgrado, incluyendo el mayor número de doctorados. Se han posicionado como líderes en construcción, arquitectura, investigación científica (son la segunda nación con más número de textos en revistas especializadas de prestigio internacional), sistemas de cómputo y tecnología celular (con marcas como Lenovo y Huawei), así como en tecnología aeroespacial. Y ahora buscan también competir contra el resto del planeta en tecnología de semiconductores, procesadores, robótica e inteligencia artificial.

Pero China también es el principal contaminante, pues emite la misma cantidad de carbono que el resto de los países desarrollados en conjunto. No podemos ignorar más a China, ya que sus políticas de explotación laboral traen repercusiones directas para todo el mundo, creando estándares de explotación que se reproducen en países con mano de obra abaratada como es el caso de México y gran parte de América Latina. Es hora de que Occidente acepte el lugar de China y busque trabajar con Asia de una manera distinta a como lo ha hecho hasta ahora.

Esperemos que la TaihuLight sirva como un peldaño para que China sea vista como creadora de tecnología revolucionaria y obtenga su lugar en el mundo, el lugar que quieren como causa de inspiración y reconocimiento. Esperemos, también, que ese prestigio y reconocimiento sirva para cambiar las políticas de explotación de China, tanto de la tierra como de sus obreros, una vez que todos los ojos del mundo se posen sobre el país asiático. Y que eso sirva, al final, para un mejor cuidado de nuestro planeta, en donde China sea líder mundial en conservación y ecología, un modelo de evolución humana, en vez del papel actual de fábrica de dióxido de carbono que tiene a los ojos del mundo.

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