Tecnología

El guión de esta película fue escrito por una inteligencia artificial

Puede que no nos impresione tanto que una máquina pueda hacer trabajos de alta precisión mejor que un humano —como fabricar un microchip—, ¿pero y si hicieran arte? Aún faltan décadas para que las máquinas pinten frescos en los muros del ciberespacio, pero ya hay algunos indicios. El sobrevuelo que causó Google Deep Dream tras su lanzamiento es un recordatorio de que, por medio de algoritmos de reconocimiento de patrones, pueden producirse pinturas digitales automáticas impresionantes en muchos casos y que, incluso, tienen un valor en el mercado artístico.

Pero ¿y si se tratara de contar una historia? ¿Qué historia nos contaría una máquina? Benjamin nos trajo una respuesta a estas preguntas. Benjamin es un guionista automático, una inteligencia artificial capaz de aprender, entrenada para escribir guiones humanos. Sus creadores, Ross Goodwin y Oscar Sharp, la alimentaron con centenares de guiones de ciencia ficción, desde clásicos como Blade Runner, Alien y Brazil, hasta el canon completo de Star Wars y Star Trek.

Goodwin y Sharp pidieron a Benjamin que escribiera un guión, exigiendo solamente que sucediera en un futuro con alto desempleo, que tuviera al menos una escena con un libro y que le pusiera título. Sin más limitantes Benjamin creó su universo ficticio y escribió una historia. ¿El resultado? El primer guión escrito por una inteligencia artificial que se convierte en película: Sunspring, un drama psicológico futurista. Con la actuación estelar de Thomas Middleditch y grabada durante una tarde, el cortometraje de Benjamin es interesante, por decir lo mínimo.

El primer espejo artificial

A simple vista parece un corto de universidad, de estudiante que experimenta. Pero no olvidemos que no fue escrito por un ser humano sino por una inteligencia artificial, por una máquina fría de metal que no piensa ni siente y mucho menos tiene conciencia. O quizá ya la tenga. Quizá en el manejo de todos esos guiones de ciencia ficción estaba la clave para que Benjamin cobrara conciencia. Pero aún si hay posibilidades casi nulas de que sea eso lo que está sucediendo con éste, un aparato reprogramado para ser guionista electrónico, imaginemos que Benjamin tiene aunque sea un poco de conciencia, la más mínima noción de existencia.

Si lo pensamos de ese modo el cortometraje cambia de categoría, de corto de universidad a la primera interpretación que hace una máquina de la humanidad. Aún si la capacidad que tiene Benjamin de abstraer lo humano es minúsculo en comparación de como podrá ser una vez que la singularidad tecnológica ocurra —dentro de algunos siglos... o décadas—, no deja de ser el primer espejo que nos reproduce, no con una imagen fiel hiperrealista, sino con una expresión abstracta: una obra de arte.

Sunspring es nuestro primer espejo artificial. El cortometraje, que dura poco más de 9 minutos, es el producto de la lectura de cientos de representaciones de nosotros, hechas por nosotros. La construcción de la película tiene sus momentos de tensión muy bien definidos, lo que nos indica que Benjamin aprendió las estructuras de nuestras narraciones. Lo que parece no haber comprendido aún es cómo narrar.

En el momento de contar una historia Benjamin no sabe qué contar. En su sagacidad para catalogar patrones y reproducirlos a partir de segmentos más pequeños, Benjamin arma una historia como si usara LEGOS. El bloque rojo que va al principio es una introducción y debe presentar a los personajes. El bloque azul que sigue es un momento de tensión en el que se introduce el problema que va a cambiar a los personajes durante la película. El bloque amarillo es un momento de traición. El bloque morado es tensión sexual. Todo esto lo entiende Benjamin a la perfección. Pero no sabe qué decir con todos esos momentos, no sabe para qué usarlos más allá de simplemente armar secuencias.

,
Eso no demerita el trabajo de Benjamin con Sunspring. Y si lo seguimos pensando como nuestro primer espejo, quizá Benjamin tiene algo que decirnos: que somos volubles, que alternamos entre estados de emoción con mucha frecuencia, que somos impredecibles, ilógicos e inconstantes. Todas esas cualidades, que Benjamin asocia consigo mismo, con la máquina, es lo que no logra entender de nosotros. Al tratar de expresarlo, Benjamin se adentra en el territorio de la poesía.

La imposibilidad de comunicar de la humanidad

Al comienzo de Sunspring, una pareja platica. Ella dice algo y él no entiende. Él le contesta algo, pero no logra expresarse y ella le dice que no entiende. Él dice que no es una luz brillante. Se siente tensión, es claro que la pareja tiene problemas. Llama la atención que Benjamin comenzara su historia con una pareja disfuncional. Quizá tiene una fijación con el amor, una curiosidad que no puede saciar. Después de todo, otro de los guiones que escribió Benjamin (pero que no pasó la prueba), trata de un joven que se enamora de una pareja en un 1942 postapocalíptico. También puede que sólo se haya dado cuenta de que en toda historia humana, no importa la trama, hay un triángulo amoroso.

Y es en ese momento en que entra un tercer personaje en la casa, cuando parece localizada dentro de una bodega espacial. Parece ser un viejo rival del protagonista, y no viene con fines pacíficos: él y la mujer saldrán en una cita. Una discusión interminable entre los 3 personajes comienza: ninguno entiende qué está pasando. La conmoción causa que el protagonista vomite un ojo porque para las máquinas es claro que somos sacos de carne que introducen y expulsan fragmentos orgánicos todo el tiempo. Lo importante aquí es que nadie logra comunicar nada.

Podemos pensar que Benjamin sólo reproduce fragmentos de conversaciones dramáticas en el “momento dramático” que acomodó en este momento de la película, pero también podemos ver la perspectiva de lo ineficiente que es nuestro sistema de comunicación en momentos de ansiedad. Para una máquina, cualquier discusión humana sería ineficiente. Al basar nuestra expresión en sentimientos perdemos la capacidad de razonar lógicamente para ganar algo a toda costa. Donde una máquina ya vio una solución, dos personas pueden discutir sin fin. Es clara la postura de Benjamin: el ser humano es incapaz de comunicar algo coherente y cuando lo hace requiere de demasiadas palabras y locuciones innecesarias.

Pero no es lo único que nos muestra en este momento de la película y quizá es importante decirlo: lo que Benjamin mantiene en su guión es una alta tensión emocional. El ser humano, la máquina orgánica, sufre. Sufre por la ineficiencia al comunicarse con los otros, sufre al ver sus deseos colisionar con los de los demás, sufre al no poder definir de manera concreta quién es. ¿O será que Benjamin se pregunta estas cosas sobre sí mismo?

La discusión termina con una frase que parece la revelación de una conciencia crítica: “Nada será una cosa. Yo soy quien se subió a esta piedra”. La siguiente escena nos muestra al personaje desdoblándose en su habitación, frente a una pared de estrellas, con la voz narrativa de la mujer —en off— diciendo que ya se siente mejor. El momento de catarsis. ¿Qué cree Benjamin que haría él en esta situación? Desmontar un arma de la pared, limpiarla, llorar sobre un cadáver. Dicho con otras palabras, cuando nos encontramos bajo demasiada presión tomamos medidas extremas: el protagonista se suicidó.

Morir por desamor también es una forma clásica,. Uno de los rituales mortuorios de la humanidad. Benjamin aprendió eso con tan sólo “mirar” películas. Y parece que eso ha cautivado el interés de esta red neuronal. El amor, el desamor, el sentido. La última escena cierra con la mujer intentando expresar lo que nadie pudo durante la duración del cortometraje: el resentimiento y la tristeza que nos causa sentirnos enajenados en nuestras relaciones con los demás porque no tenemos la capacidad de conectar, de sincronizarnos con el otro para entenderlo por completo. Quizá eso sólo las máquinas pueden saberlo.

A la espera de los guionistas robots

Aún faltan muchos años para que las máquinas hagan buen cine, pero el primer intento de Benjamin resulta inspirador. Por ahora la tecnología puede facilitar la construcción de guiones de fórmula, como películas de acción en las que todo es igual excepto algún par de detalles extravagantes. Pero para escribir una historia coherente y disfrutable todavía falta mucho.

Lo más interesante de Sunspring, en cambio, es la percepción de sinsentido que tiene la máquina sobre la conversación humana. Tal vez cuando Benjamin aprenda más guiones, o cuando la inteligencia artificial evolucione, tendremos películas y novelas indistinguibles de las escritas por manos y mentes humanas. Quizá entonces no careceremos de sentido para ellas. Pero para eso faltan un par de décadas.

Es posible que cuando los desarrolladores de inteligencia artificial dicen que “no habrá ningún trabajo que las máquinas no podrán hacer” también se refieran al arte. Lo que hemos visto del arte generado por computadoras es que tiene una estética más o menos definida, que tiende a patrones cíclicos, no tan diferentes de los patrones naturales, cosas que encontramos estéticamente agradables. Tal vez no es tan descabellado asumir que algún día los robots no sólo se encargarán de cubrir nuestras necesidades, de cuidarnos, sino tal vez hasta de crear parte de nuestro entretenimiento, de escribir guiones, de escribir novelas.

    Lista

  • Tesla Cybertruck a revisión porque acelera sola

    Según la NHTSA, el uso no autorizado de jabón como lubricante de una pequeña pieza en el pedal del acelerador, esto provoca que se desprenda y quede atorada en el interior provocando que el Cybertruck acelere.

    0

  • Chevrolet Silverado Fox Factory Edition, brutalidad pura

    La Chevrolet Silverado 1500 tiene una opción para los amantes del todoterreno en forma de la ZR2, pero para competir con vehículos todoterreno de alto rendimiento como la Ford F-150 Raptor R y la próxima Ram 1500 RHO, hacía falta algo como este monstruo de Fox Factory

    0

  • Ford Mustang 60 aniversario

    Mustang cumple 60 años y lo celebra con una edición limitada a 1,965 unidades a nivel mundial con un paquete estético que nos recuerda el lanzamiento al mercado del primer Mustang

    0

  • Kia Telluride llega a México el 22 de abril

    Llega a México la nueva KiaTelluride, un vehículo que combina un diseño imponente y elegante, con una espaciosa cabina de tres filas de asientos y capacidad para siete pasajeros.

    0

  • Nuevo Audi E-Tron GT a la vista

    Audi actualizará su E-Tron GT, con cambios que probablemente reflejen los realizados en el Porsche Taycan año modelo 2025.

    0

Deja tu comentario

Nuevo

  • Nuevo

  • Trending

  • Lo Mejor

Subir
Advertising