Ciencia

Los sacrificios humanos ayudaron a formar la sociedad moderna

Worale

De acuerdo a un estudio reciente publicado en Nature, los rituales religiosos jugaron un oscuro papel en el desarrollo de las complejas sociedades modernas, sugiriendo que los sacrificios humanos ayudaron a construir y sostener las jerarquías sociales.

Evidencia arqueológica sugiere que los sacrificios humanos -a los cuales los científicos definen como matanzas deliberadas y ritualizadas para complacer o aplacar a seres sobrenaturales- ocurrieron en culturas americanas, árabes, austronesias, germánicas, inuit, túrquicas y japonesas.

Acorde a lo que se conoce como “hipótesis de control social”, los sacrificios humanos legitiman las distinciones clasistas basadas en poder, al darle justificación divina -la máxima autoridad- a tomar una vida. La estratificación social pudo haber sido una de las primeras formas de liderazgo y es lo que llevó a la existencia de reinos, monarquías y gobiernos.

Para probar esta hipótesis, un equipo de investigadores de la universidad de Auckland liderado por Joseph Watts, recurrió a métodos filogenéticos, comúnmente usados para el estudio de las relaciones evolutivas entre diferentes especies. Esto les permitió examinar los ancestros comunes de diferentes culturas, probar la coevolución y llegar a conclusiones basadas en el orden de las características que evolucionaron.

El equipo se concentró en 93 culturas tradicionales austronesias abarcando un rango de estructuras sociales desde pequeñas, igualitarias, basadas en parentesco hasta unidades complejas y políticamente organizadas. La práctica del sacrificio humano se esparció por todas las sociedades tradicionales austronesias, las cuales se originaron en Taiwán antes de expandirse al oeste de Madagascar, el este de Rapa Nui y al sur de Nueva Zelanda. La violación de un tabú, el funeral de un jefe importante y la consagración de una nueva casa o bote eran ocasiones comunes para realizar sacrificios humanos.

Típicamente la víctima tenía un estatus social bajo (como un esclavo) y el incitador sostenía un estatus social alto (como un sacerdote o jefe). Los autores del estudio lo describen como, “los métodos del sacrificio incluían quemar, ahogar, estrangular, apalear, enterrar, ser aplastado bajo una canoa recién construida, ser cortado en pedacitos, asi como ser rodado del techo de una casa y después decapitado.”

Para cada cultura, los investigadores registraron la cantidad de estratificación social y marcaron la presencia o ausencia de sacrificios humanos. Después desarrollaron modelos para probar la coevolución del sacrificio humano y la jerarquía social usando evidencia lingüística.

Se encontraron evidencias de sacrificios humanos en 40 de las 93 culturas estudiadas: 5 de las 20 sociedades igualitarias (25%), 17 de las 46 sociedades moderadamente estratificadas (37%), y 18 de las 27 sociedades altamente estratificadas (67%).

Estos hallazgos sugieren que la práctica de sacrificios humanos estabilizó la estratificación social, legitimizó la autoridad política y los sistemas de clases sociales. Incrementó las probabilidades de que surgiera una estratificación social alta y previno la pérdida de la misma una vez que la sociedad evolucionó.

“Por más desagradable que sea, nuestros resultados sugieren que las matanzas rituales ayudaron a los humanos a transicionar de pequeños grupos igualitarios a las grandes sociedades estratificadas en las que vivimos actualmente.” Comenta Watts.

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