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5 cosas que debes saber del hacker que ganó para Peña Nieto las elecciones presidenciales de 2012

Éste es Andrés Sepúlveda

A simple vista, la polémica que desató Bloomberg Businessweek con su reportaje acerca del hackeo político en Latinoamérica parece digno de una serie de televisión, casi del calibre de House of Cards. Al menos el inicio de la extensa investigación tiene la misma carga de dramatismo:

“Apenas era medianoche cuando Enrique Peña Nieto declaró su victoria como el nuevo presidente de México [...] A dos mil millas de distancia, en un apartamento en el barrio alto de Chicó Navarra en Bogotá, Andrés Sepúlveda estaba sentado frente a seis pantallas de computadora [...] Cuando Peña Nieto ganó comenzó a destruir la evidencia [...] Destruyó documentos, los tiró por el drenaje y borró servidores en Rusia y Ucrania rentados de manera anónima con Bitcoins. Estaba desmantelando la historia secreta tras una de las elecciones más sucias en la historia reciente de América.”

Pero no es ficción sino una amarga realidad que simplemente confirma lo que ya se sospechaba acerca de la campaña que puso a Enrique Peña Nieto en la silla presidencial de México. La pregunta aquí es ¿quién rayos es Andrés Sepúlveda y por qué nunca se había oído hablar de él? Bueno, el "nunca" es válido sólo fuera de Colombia y las regiones cercanas, pues este hacker ganó mucha publicidad en 2014, cuando lo encarcelaron por intervenir los comicios de su país natal.

A pesar de que todavía no hay tanto ruido en las redes sociales —que curioso que en Twitter está trending #MeCalientaQue y #PremiosTVyNovelas—, es un hecho que las declaraciones de Sepúlveda causarán olas en la sociedad, o al menos eso queremos creer. Después de todo, él dice que la campaña de Peña Nieto es su trabajo más completo. ¿Eso qué significa? Tenemos 5 claves que te ayudarán a entenderlo.

Un plan finamente orquestado

Si lo que el reportaje asegura resulta certero en cada palabra —Carlos Manuel Rodríguez, director de Bloomberg News México, prometió que sí frente a Ciro Gómez Leyva—, entonces la campaña de Enrique Pena Nieto para llegar a la presidencia estuvo respaldada por una guerra sucia que involucró espionaje de la más alta sofisticación contra el equipo de Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota. Y el encargado de orquestar todo fue Sepúlveda, bajo encargo de Juan José Rendón.

Rendón es uno de los publicistas y asesores políticos más reconocidos en América Latina, pero no únicamente por su gran índice de éxito —de 28 campañas que orientó, ha perdido 2—, también por las tácticas tan cuestionables que utiliza: extorsiones, engaños, desprestigio, etcétera. Esa fama todavía está en tela de juicio, porque no han podido comprobarle nada concreto y sea porque cubre bien sus huellas, o porque todas son calumnias, a la fecha sigue operando sin ninguna restricción.

“Mi trabajo eran las actividades de guerra sucia y operaciones psicológicas, propaganda sucia, rumores, el lado oscuro de la política que nadie sabe que existe pero todos pueden ver.”

Andrés Sepúlveda dice que se involucró con las campañas políticas en el momento que conoció a Rendón, pues era el único tipo de trabajo que le hacía. Esa relación laboral continúo de una elección, a otra, de Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador, Colombia, México y Costa Rica, hasta Guatemala. En la mayoría no hubo ningún escándalo muy notorio en contra de los candidatos que perdieron e incluso hasta se dijo que Rendón simplemente es "un gran gurú que mueve los hilos adecuados", pero ante la opinión pública, fue evidente que cada elección estaba arreglada.

Todos niegan todo

Poco después de que se publicó el reportaje de Bloomberg, la Secretaría de Gobernación emitió su postura y obviamente, negó cualquier vínculo con Sepúlveda, con Rendón, con tácticas sucias, con una campaña fraudulenta, en fin, se lavaron las manos. Lo irónico es que en el currículum de Rendón aparecen referencias a asesoramiento para el PRI, incluyendo el de la campaña de EPN, así como otro tipo de colaboraciones. Supuestamente hay informantes del partido político que lo corroboran. La contradicción ya es en sí misma un problema ¿a quién creerle? En teoría Gobernación tiene mayor credibilidad, pero dado que es parte de la polémica, cuesta trabajo darle crédito.

Rendón, por otra parte, dice que en la vida hizo algo tan sucio como lo que dice Sepúlveda y que si acaso lo vio 2 veces en toda su carrera, ambas para coordinar el desarrollo de sitios web. El enigma es ¿para qué contratar a un hacker tan experimentado si sólo va a escribir código limpio y honesto? Ahora bien, no es casualidad que Sepúlveda esté sacando esto a la luz tan repentinamente y en realidad se trata del esfuerzo complementario de una misión para reducir su condena. Durante los últimos meses ha trabajado en conjunto con el gobierno colombiano para interceptar comunicaciones de narcotráfico y luchar contra las guerrillas, aunque a cambio su vida estuvo en peligro varias veces, de ahí que las autoridades lo tienen aislado y protegido.

Un partido político con demasiados recursos

A pesar de que se menciona evidencia, la cual supuestamente Sepúlveda repartió entre sus más allegados como una forma de asegurar su supervivencia —al usarla de extorsión contra figuras públicas y de gran poder—, la realidad es que falta verla y hasta entonces todo es especulativo. No obstante, es bien sabido que el PRI tiene más recursos de lo que se mira a simple vista. ¿Qué tanto? Es difícil medirlo, pues va más allá de dinero e influencias.

Esto es lo que dicen en Bloomberg al respecto:

“En México, la maestría técnica de Sepúlveda y la visión de una maquinaria política inmisericorde de Rendón se fusionaron y concretaron [...] Con un presupuesto de 600 mil dólares, el trabajo para Peña Nieto era, por mucho, su trabajo más complejo. Dirigía un equipo de hackers que robaba estrategias de campaña, manipulaba las redes sociales para crear falsas oleadas de entusiasmo o desagrado, e instalaba sistemas de espionaje en las oficinas de la oposición [...] El dinero no era problema. En cierto punto, Sepúlveda gastó 50 mil dólares en un software ruso para infiltrar rápidamente equipos Apple, BlackBerry y Android. También mantuvo cuentas de Twitter falsas muy exitosas, que produjo y mantuvo por más de un año, dándoles un aire de credibilidad.”

Gastar $600,000 dólares es nada. No sería nada extraño que el partido político hubiera llevado las cosas hasta la última instancia con tal de conseguir la victoria. ¿Quién no lo haría?

Los Peñabots

Mientras que los coordinadores de campaña de Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota escribían sus discursos en Word, la gente que maquinaba el ascenso de Enrique Peña Nieto estaba años luz adelante, manipulando un sector de la sociedad al que muy pocos en la política le prestan real atención: las redes sociales. La mitad de la labor de Sepúlveda fue, en sus palabras, extremadamente sencillas cuando descubrió que "los votantes estaban confiando más en lo que ellos asumían como espontáneas expresiones de gente real, que en expertos de televisión o el periódico".

En ese instante fue cuando decidió escribir un código que ahora es conocido como Social Media Predator —nombre que remite más a pederastia, que a cacería de tendencias—, el cual coordinaba de manera semiautomática un ejército de cuentas en Twitter. La magia duró varios meses y con ella movió a las masas al antojo de sus empleadores, hasta que la manipulación fue muy evidente, pero para ese entonces era demasiado tarde: quienes podían ser víctimas de un cambio de mentalidad, ya habían caído.

"Cuando me di cuenta que la gente creía más en Internet que en la realidad, me di cuenta que tenía el poder de hacer que creyeran cualquier cosa."

Lo curioso es que no estamos hablando de los peñabots, sino de un software mucho más avanzado. Los bots siempre se delatan a sí mismos por su comportamiento tan automatizado —de lo contrario no serían bots—, mientras que la inteligencia artificial que diseñó Sepúlveda era capaz de sostener conversaciones inteligentes. Probablemente era algo incluso más sofisticado que Tay de Microsoft.

“Una de las conversaciones que comenzó fue la de que en la medida en que López Obrador subiera en las encuestas, el peso perdería su valor. Sepúlveda sabía, gracias a los memos del candidato, que el precio de la moneda era una de las preocupaciones importantes del equipo electoral.”

Espionaje sin dejar huella

Por supuesto, no todo es manejar a las masas, sino mover los hilos detrás del telón, donde las estrategias tienen más impacto. Al parecer Rendón le daba a Sepúlveda una hoja de papel con nombres de objetivos, correos electrónicos y teléfonos. Después el hacker los vaciaba en una base de datos encriptada, quemaba el trozo de papel y usaba la información para saber cuáles eran sus objetivos. A todos los monitoreaba, pero sólo a algunos les ponía especial atención.

Por ejemplo, supuestamente había sistemas de vigilancia en las oficinas del PRD, que fueron instalados de incógnita —obviamente— y así, Rendón podía ver cada uno de los discursos en el momento que eran escritos, así como los calendarios de eventos y hasta las decisiones que se tomaban. Todo estaba supervisado con mucho detenimiento.

Uno de los golpes más fuertes bajo esta estrategia se dio contra Luis Costa Bonino, cuando lo grabaron en video pidiendo $6 millones de dólares a empresarios para la candidatura de AMLO. Sepúlveda dice no saber con certeza de dónde vino el video, pero lo aprovechó al deshabilitar el sitio oficial del asesor y dirigir a los periodistas a un duplicado, en el que era aún más evidente la violación de la ley.

Claro, todo se ejecutaba con extrema precaución y cuidado. No se dejaban cabos sueltos mientras Sepúlveda operaba bajo las sombras: usaba pasaportes falsos, pagaba y cobraba en efectivo, se hospedaba en hoteles lejos del equipo de campaña y eliminaba toda la evidencia de manera definitiva. El problema para el PRI, Enrique Peña Nieto y gobernación es que no todas las pruebas desaparecieron y Sepúlveda dice estar dispuesto a revelar la información, en el momento adecuado.

¿Qué sucederá ahora? El Instituto Nacional Electoral o el Tribunal Superior de Justicia tendrían que abrir una investigación formal, aún si el periodo de EPN está cerca de terminar. Y es que en Estados Unidos por poco más que eso Richard Nixon fue destituido de su cargo por el escándalo del Watergate. La discusión debería ir más lejos, el problema es que tal vez no suceda.

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