Maxwell Marion Morton, un adolescente de Pensilvania de 16 años de edad, disparó en la cara a su compañero de clase, Ryan Mangan, y decidió inmortalizar su fechoría tomándose una selfie con el cadáver. No conforme con esto, compartió dicha captura con varios de sus contactos en Snapchat.
Morton confió en que nadie conservaría la imagen debido a que en Snapchat éstas se borran automáticamente luego de un tiempo, pero no contó con que uno de sus amigos que recibió la imagen, la guardó mediante una captura de pantalla. La madre del chico que guardó la fotografía ―y quien permanece en el anonimato por ser menor de edad― se puso en contacto con la policía para denunciar el hecho. El cadáver de Mangan fue descubierto por su madre en su propia casa.
De acuerdo con el fiscal de distrito, John Peck, Morton será juzgado como adulto debido a la brutalidad del asesinato, y afirmó que la selfie no sólo es evidencia crucial para penalizarlo, sino que lo clasifica como un sujeto potencialmente peligroso, pues tenía mensajes adjuntos en los que se leía: "Les dije que ajustaría cuentas" y "Ryan no fue el último".
Maxwell Morton, admitió su culpabilidad luego de que la policía revisara su casa y encontrara el arma con la que mató a Ryan: una pistola 9 mm, la cual estaba bajo de las escaleras del sótano.
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