La lucha por regular el contenido adulto

Empresas y gobiernos batallan por censurar lo sexual en la red

Cuando Marissa Mayer anunció la adquisición de Tumblr por parte de Yahoo!, los usuarios de la red se preguntaron al unísono qué pasaría con el contenido para adultos. En sus años de crecimiento, Tumblr se estableció como un paraíso para las imágenes eróticas y pornográficas. Con la compra, una de las dudas tenía que ver con la monetización del servicio, ya que los anunciantes suelen ser renuentes a invertir en proyectos no “aptos para toda la familia”.

No obstante, Mayer comentó que no censurarían Tumblr. Después de todo, los espacios con contenido adulto representan hasta 10% de lo que aparece en esta red. Su estrategia, en cambio, fue hacer menos accesibles dichos contenidos. Todos los blogs que hayan sido etiquetados para adultos o NSFW (not safe for work), no se mostrarán en los resultados de búsqueda, a menos que el usuario haya iniciado sesión. Tampoco aparecerán en la pestaña Discover (empleada para descubrir contenido nuevo) ni saldrán en los resultados de buscadores de terceros, como Google.

Marissa Mayer, CEO de Yahoo!, ha creado una política para limitar el acceso al contenido para adultos en Tumblr
Marissa Mayer, CEO de Yahoo!, ha creado una política para limitar el acceso al contenido para adultos en Tumblr

El problema, sin embargo, va más allá de una mera indexación. En su afán por evitar exponer a los menores de edad a imágenes sexualmente explícitas (o incluso sugerentes), muchos sitios de Internet —y hasta gobiernos como el de Reino Unido— han tratado de poner barreras que no siempre funcionan como lo esperan. ¿Se puede (y se debe) regular el acceso a estos contenidos?

El sexo de unos y ceros

La intención de regular el contenido erótico o pornográfico es tan antigua como los medios mismos. Desde la invención de la imprenta (y con ella, la masificación del conocimiento), se ha intentado restringir la temática sexual. Por ejemplo, la iglesia católica editó hasta 1941 el Index librorum prohibitorum et expurgatorum (en español, el Índice de libros prohibidos), el cual incluyó obras del Marqués de Sade (Justine y Juliette). Por supuesto, Internet no ha sido la excepción. Pero el sexo (como la vida) siempre encuentra la manera de superar las barreras.

Uno de los casos más interesantes que recuerdo es el de Minitel. Se trata de un servicio de videotex implementado en Francia en la década de los 80. Era una terminal que se conectaba a la línea telefónica y permitía consultar el directorio telefónico y comunicarse con otras terminales. En pocas palabras, un primigenio servicio de mensajería. Se popularizó en el país galo, y aunque se introdujo en naciones como Estados Unidos y España, sólo tuvo éxito en territorio francés.

Fue tal la aceptación de Minitel, que se crearon empresas en torno a él. Un ramo muy exitoso fue el de las mensajerías rosas; es decir, chats para adultos. Por supuesto, esto escandalizó a la sociedad, pues no había forma de garantizar que un menor de edad no utilizara el servicio. El gobierno de Francia dejó la responsabilidad del cuidado del uso a los padres, pero implementó un impuesto para los servicios pornográficos. Había que ganar algo.

Yahoo! cuenta con un antecedente sobre regular contenido para adultos en su plataforma, cuando limitó el acceso a listas de correo XXX en Yahoo! Groups en 2001

En tiempos más recientes, Yahoo! atravesó una situación similar. En 2000, la empresa adquirió eGroups, un sitio de lista de correos (sí, en esos tiempos era lo que usábamos para comunicarnos). La compra fue tan exitosa, que eGroups se convirtió en Yahoo! Groups y llegó a ser uno de los espacios más utilizados en Internet; sólo había un pequeño problema: Yahoo! nunca descifró cómo monetizarlo.

Antes de ser adquirida, eGroups contaba con 18 millones de usuarios, una cifra muy alta para la época (en contraste, Foursquare tenía 20 millones en abril de 2012). Con la compra, aumentó el número de usuarios. Por supuesto, había todo tipo de intereses en esas listas de correo; incluidas, claro, aquellas con mensajes eróticos. A Yahoo! eso no le gustó mucho y decidió hacer lo mismo que con Tumblr: dificultar el acceso. Para entrar en una lista de este tipo en Yahoo Groups, el usuario debía conocer el nombre exacto del grupo. ¿Eso detuvo a la gente? ¡Claro que no!

En contra de “lo obsceno”

Hablar de sexualidad es hablar, básicamente, de límites. ¿En qué momento un desnudo artístico se transforma en un desnudo pornográfico? ¿En qué instante una escena subida de tono se convierte en material digno de las noches del Cinema Golden Choice? ¿Cuándo una información sobre un tema vinculado con la sexualidad se vuelve trasgresor de la moral y es etiquetado como material para adultos?

Los sitios web luchan contra esas barreras, básicamente, porque son flexibles y difusas y dependen de la perspectiva de terceros. En la columna“La censura está en los filtros”, Omar Feliciano del Grupo de Información en Reproducción Elegida cuenta cómo un informe sobre derechos reproductivos que subió a Scribd fue etiquetado como material para adultos. Feliciano también narra que no era posible acceder a la página de la asociación desde el Ministerio de Cultura de Colombia porque el filtro no permitía la entrada a sitios que hablaran sobre aborto.

Los filtros de contenido adulto pueden bloquear temas vinculados a la sexualidad, como el uso de condón o el debate sobre el aborto
Los filtros de contenido adulto pueden bloquear temas vinculados a la sexualidad, como el uso de condón o el debate sobre el aborto

El problema es que la restricción al contenido para adultos se emplea para imponer barreras en temas polémicos para la sociedad y la sexualidad. Y en este sentido, Estefanía Vela, maestra en Derecho por la Universidad Yale y especialista en derechos sexuales y reproductivos, apunta, sobre el caso de Feliciano, que “para el régimen constitucional clásico, la información reproductiva y sexual es pornografía. Insisto con el concepto: es obscena, información que debe permanecer fuera-de-la-escena, de la mirada pública, del alcance de los ciudadanos.” La regulación de contenido adulto es un tema que no sólo atañe lo referente a la moral, sino también al ejercicio de otros derechos.

Meter todo en el mismo cajón

Vela señala un punto importante: la pornografía es considerada obscena porque no es (aparentemente) útil. En ese sentido, destaca que ciertos grupos (feministas, la comunidad LGBTTTI, los psicólogos, los artistas) tienen que justificar por qué un contenido de índole sexual sirve para un propósito. De otra manera, cae en esa clasificación de ocio que, en términos prácticos, termina por ser arrinconado —como en los locales de renta de videos que colocaban las películas XXX en el fondo del establecimiento, lejos del “buen cine”.

De vuelta al tema central, esos límites de qué se considera obsceno (en el sentido de qué debe ocultarse) provocan muchos dolores de cabeza a los encargados de sitios web. En el reciente caso de Tumblr, se suscitó una polémica porque la aplicación móvil de la plataforma tomó las etiquetas #gay, #lesbian y #bisexual dentro de sus restricciones antipornografía. David Karp, director general de Tumblr, señaló que se trata de “una decisión de negocios”, respaldada en el escrutinio de Apple, otra empresa que se distingue por su bloqueo al contenido para adultos.

David Karp, CEO de Tumblr, justificó el bloqueo a las etiquetas #gay, #lesbian y #bisexual como "una decisión de negocios"
David Karp, CEO de Tumblr, justificó el bloqueo a las etiquetas #gay, #lesbian y #bisexual como "una decisión de negocios"

En el caso de Apple, hay varios antecedentes con la App Store que han mostrado lo cuestionable de sus métodos. En 2010, la tienda en línea bajó de su catálogo un webcómic basado en Ulises de James Joyce, donde aparecía un desnudo. Por otro lado, la tienda permitía la descarga de la aplicación oficial de Playboy o del especial de trajes de baño de Sports Illustrated, así que una vez más nos preguntamos con qué vara se mide lo permitido y lo prohibido. En este año, Apple también ha sufrido a causa de Vine y la aparición de videos cortos con material explícito.

Facebook es otra compañía en el centro de la polémica. Sólo en este año, la red social se ha visto envuelta en 2 escándalos por bajar fotografías con contenido sexual. El primer caso es el de la fotógrafa Anastasia Chernyavsky, quien subió un proyecto fotográfico de desnudo artístico con sus hijos. En protesta, los usuarios comenzaron a republicar la imagen en sus propios muros. Días después, Facebook también fue señalado por cerrar las páginas de la organización feminista FEMEN por “publicar pornografía”, a raíz de la divulgación de imágenes de sus protestas topless.

En el nombre de la utilidad (económica)

La relación que plantea Vela entre lo obsceno como socialmente inútil —en el sentido de que debe ser consumido únicamente en una esfera privada, íntima y específica— es crucial para comprender los dilemas que enfrentan ciertos servicios web. Al respecto, otro ejemplo de Facebook lo ilustra perfectamente.

Facebook eliminó una fotografía de una mastectomía por infringir sus políticas. Tras la presión social, la red social anunció que permitiría dichas imágenes "para ayudar a crear conciencia"

En junio de este año, Scorchy Barrington, una ciudadana de Estados Unidos, decidió publicar una fotografía de su mastectomía en la red social. La reacción inicial de Facebook fue retirarla, ya que en sus términos y condiciones, prohíbe que se exhiban pechos femeninos. Barrington inició una petición que alcanzó más de 20,000 firmas para conseguir que Facebook revirtiera su decisión.

¿El resultado? la red social regresó la imagen y modificó sus reglas para permitir más fotos de mastectomías, con el argumento de que “compartir fotos pueden ayudar a crear conciencia sobre el cáncer de mama y apoyar a los hombres y mujeres que enfrentan un diagnóstico, están en tratamiento o viven con las cicatrices de cáncer.” Como diría Vela, es la utilidad lo que retira la etiqueta de obsceno y lo hace socialmente aceptable.

En ese sentido, los límites de qué se considera contenido adulto censurable y qué no, se encuentra en constante estira y afloja social. Pero dado que lo moral aún es determinante para las decisiones financieras de una empresa tecnológica, el margen es mínimo. De ahí que la iniciativa de Mayer (y de otros tantos) parezca lógica en la dinámica del mercado: regular el contenido a costa de etiquetar lo sexual como prohibido y esconderlo de la mirada pública, a pesar de que con ello se le reste visibilidad a otros temas importantes, en el nombre de la corrección política y ―claro está― de lo redituable. Así, lo obsceno está condenado a las sombras y los rincones ―sin desaparecer, sólo estando bajo el radar―, al menos, hasta que su agenda demuestre alguna utilidad (especialmente, económica) para quienes toman las decisiones.

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