Invitar extraterrestres a la Tierra es como invitar extraños a tu casa

El SETI debe replantear su estrategia de contacto alienígena

La semana pasada, mientras estabas absorto en el Viacrucis ―ni tú te lo crees―, redes sociales y balnearios de caldo humano, los científicos nuevamente discutieron sobre un tema que debería ser de dominio mundial: intentar o no llamar extraterrestres. ¡Boom! Y tú, ni enterado. El tema es que los miembros del programa SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence, por sus siglas en inglés, que significa Búsqueda de inteligencia extraterrestre), cansados de pasar noches en vela escuchando estática en sus radiotelescopios, propusieron abandonar la postura pasiva que desde los 60 abandera su iniciativa para empezar a enviar mensajes deliberados a las estrellas y ver si alguien dice ‘¡Hey!’ Parece un problema bobo cuando lo comparas con tus adeudos del banco o con que te cortaron el agua, pero si un día llega E.T. al estilo Independence Day, no digas que no te advertí.

<em>Independence Day</em> - 1996
Independence Day - 1996

La idea de extraterrestres parece de ciencia ficción cuando reparas en alguien como Jaime Mausán o las películas de Hollywood, aunque tenemos evidencia probabilística suficiente como para suponer que hay alguien más allá afuera. Antes de ahondar en el dilema como tal, te voy a dar una repasada rápida sobre cómo ha funcionado el programa SETI hasta el momento ―por si no viste el filme Contacto, que te recomiendo―.

SETI y SETI Activo

SETI es una iniciativa científica de búsqueda de inteligencia extraterrestre construida sobre la especulación de que en el universo existen, civilizaciones suficientemente desarrolladas como para emitir señales de radio que podemos detectar. Quizá sea arrogante suponer que otras formas de vida operan como la nuestra, pero como género, los humanos somos nuevos en una galaxia antiquísima y a pesar de nuestra breve estancia, llevamos años emitiendo mensajes, desde la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos del '36 hasta el programa salvajemente grupero de la mañana ―sí, ése podría ser nuestro primer contacto con los extraterrestres―. Además, ésa es nuestra mejor apuesta porque los astronautas todavía no llegan ni a Marte. Una buena analogía sería suponer que hay vida en la Antártida pero ser incapaz de caminar al apartamento contiguo en tu edificio. Así que, a falta de medios para tocar a su puerta, desde los 60 hemos usado gigantescas antenas para escuchar sus conversaciones y eso es lo que el SETI hace... o hacía. Ahora, el planteamiento es llamarlos. Es decir, tomar un puñado de exoplanetas ―mundos parecidos a la Tierra― y enviarles, por ejemplo, todos los datos del Internet en un rayo láser.

SETI es una iniciativa científica de búsqueda de inteligencia extraterrestre

"Trasmitiríamos los contenidos del Internet al espacio exterior. Un material tan extenso ―con texto, imágenes, videos y sonido―, permitiría a los extraterrestres astutos descifrar mucho sobre nuestra sociedad e incluso formular preguntas que podríamos contestar con el material en la mano.", expuso recientemente el director del centro de investigación del Instituto SETI, Seth Shostak.

Verás. Los astrónomos del SETI están ya un poco ansiosos. En 50 años han explorado ―en palabras de la antigua directora del programa, Jill Tater― el equivalente a un vaso de agua en el océano, sin resultados. Y es que, para colmo, SETI es un programa con recursos limitados para una tarea titánica, sólo imagina que el firmamento a escudriñar es gigantesco y radiotelescopios como el de Arecibo, Puerto Rico o el gran observatorio de Nuevo México, no le pertenecen al SETI. Lo que SETI ha hecho durante buena parte de su tiempo es recaudar donaciones, rentarlos, colgarse de la información de otros proyectos e incluso apoyarse en tu computadora para que haga el análisis de datos con iniciativas como la del protector de pantalla SETI@home, el cual opera desde 1999.

Así luce SETI@home en tu computadora
Así luce SETI@home en tu computadora

Por ello, Shostak propuso ―durante una convención científica―, dejarnos de payasadas y empezar a hacer ruido. El problema es que 30 figuras de renombre, entre ellas Neil DeGrasse (el señor Cosmos), Stephen Hawking (el prominente astrofísico que siempre ves en la silla de ruedas), y Elon Musk (director de Tesla Motors, quien se mete absolutamente en todo), pusieron el grito en el cielo mediante una petición porque consideran que la idea es peligrosa. Y es que te ha pasado: pierdes la billetera y te apanica pensar que alguien encuentre tu identificación y te ahorque a media noche. ¿Quién dice que no ocurrirá lo mismo si decimos a hipotéticos extraterrestres donde está nuestro primitivo planeta que batalla para no ahogarse con sus propios gases fósiles? Lo que Shostak propone con aquello de transmitir el Internet equivale no nada más a entregar nuestro IFE, sino de paso, nuestro historial médico y estados de cuenta.

La mala noticia es que las señales que describí párrafos arriba tienen años viajando por el espacio. En otras palabras, involuntariamente hemos estado llamado a quien sea que esté afuera durante más de medio siglo. Con ello en mente, la preocupación actual está un poco desfasada. Como civilización, debimos reparar en esto tan pronto como Hertz descubrió las ondas de radio en el siglo XIX, pero en aquel entonces sus alcances eran todavía inciertos. Si lo vemos desde esa óptica, tal vez dé lo mismo, así que analicemos a fondo ambas posturas: la apocalíptica y la mesurada.

El argumento a favor del pánico

Desde mi perspectiva, el argumento más válido a favor de la inquietud obedece a la idea de que, si en el estándar de surgimiento de la vida en el resto de la galaxia es el mismo que el de la Tierra, entonces nuestras posibilidades de hacer contacto con un vecino malhumorado serían más elevadas de lo aceptable.

La Vía Láctea se formó hace 13,000 millones de años; la Tierra, hace 4000 millones de años; la vida apareció en nuestro planeta poco después y nosotros empezamos a enviar nuestras comedias hace 50 años, es decir, hace una fracción de segundo cósmico ―si lo comparamos con la historia de nuestra galaxia y nuestro mundo―. Si fue demasiada matemática, la idea es que somos los nuevos vecinos de un barrio viejo y si a la vida le tomó un parpadeo formarse en este planeta, es razonable pensar que ocurre lo mismo en muchos parajes de nuestro vecindario.

Asumiendo eso y haciendo la analogía de nuestros mensajes con el de un explorador gritando en la jungla, entonces, en efecto, estaríamos en riesgo. Es decir, los referentes de colonización terrestres permiten generar expectativas poco alentadoras sobre el devenir de nuestra especie si una cultura mucho más avanzada nos encontrara ―si no me creen, pregunten a los mexicas o a los nativos americanos―. Pero como todo en este artículo, hablamos de conjetura y especulación. Hacen falta variables.

El argumento en contra del pánico

Ahora bien, quizás estamos cayendo víctimas de un pánico colectivo precipitado. Después de todo, no es la primera vez que enviamos mensajes al espacio y sigue sin haber respuesta. En otras palabras: podríamos estar genuinamente solos o quienes nos escuchan no están interesados en responder y la culpa puede ser del mensaje mismo. A los científicos no les apetece conceder mucho crédito a la primera posibilidad porque implica que, en efecto, hay algo especial acerca de nosotros y los "milagros" no abundan en el mundo natural.

Por vergonzoso que pueda parecer, en 2008 trasmitimos 6 horas de un comercial de Doritos a una constelación a 40 años luz de distancia y las sondas Voyager y Pioneer que hoy están realmente lejos de la Tierra, portan en su interior información prácticamente hasta de nuestra ropa interior en varios idiomas. Respuestas: 0.

Transmitimos 6 horas de un comercial de Doritos a una constelación a 40 años luz

Incluso si estás a favor de enviar botellas con cartas a los confines del espacio, tienes motivos para estar inconforme. Hay quienes sospechan que no existe reacción porque estamos siendo muy arrogantes y hasta negligentes en la configuración de nuestros mensajes. ¿Shostak asume que los hipotéticos extraterrestres van a entender algún idioma terrícola y, si me fuerzan incluso, que van a sacar conclusiones sobre nuestra civilización con base en videos de YouTube? Hasta la matemática podría resultarles incomprensible a pesar de nuestras conjeturas sobre el carácter universal del lenguaje aritmético.

Y también está la hipótesis del zoológico, la cual postula que si nadie contesta es porque la encomienda deliberada de otras civilizaciones es no intervenir antes de que superemos nuestra adolescencia tecnológica, lo que explicaría por qué tu típico video de OVNIS no muestra platillos voladores sobre la Casa Blanca, sino flotando sobre un cerro haciendo absolutamente nada.

Placa del programa Pioneer
Placa del programa Pioneer

Volviendo al tema, existe una forma relativamente razonable de calcular cuántas civilizaciones alienígenas pueden existir en nuestra galaxia con base en variables hipotéticas. Se conoce como la ecuación de Drake, concebida en los 60 por el entonces mandamás de SETI, Francis Drake ―de ahí el nombre, daaa―. Se trata de una extensa multiplicación conformada por 7 variables: número de estrellas en la galaxia por la fracción de ellas con planetas por la fracción de ellos que podrían albergar vida por la fracción de ellos que podrían albergar vida inteligente por la fracción de ellos con posibles civilizaciones comunicativas por la fracción de tiempo que esas civilizaciones estarían especulativamente emitiendo señales de su existencia. Sí, como Carl Sagan (Dios lo guarde en sus santa gloria científica), damos a cada parámetro un valor conservador, entonces obtenemos que existen o existieron otras 10 civilizaciones como la nuestra en la Vía Láctea.

"¡Ahí está, empezamos a transmitir correos con adjuntos de xvideos.com a nuestros vecinos!" Puedes pensar. El problema es que la Vía Láctea mide 150,000 años luz y alberga 400,000 millones de estrellas, la más cercana de las cuales (Alpha Centauri) nos queda exactamente a 41,300 millones de kilómetros. En otras palabras, mucho, pero mucho más lejos que la última estación del Metro. Es más, de esos 9 vecinos, los 9 pudieron existir antes que nosotros o tal vez vengan después. Para terminar pronto, deGrasse Tyson y compañía podrían estar arrancándose los pelos por un eventual contacto que, en el remoto caso de ocurrir, distará de ser una conversación en tiempo real, y ni hablar de una entrevista física.

No sabemos nada

Desafortunadamente, pese a nuestros mejores esfuerzos y arrogancia, nuestro verdadero conocimiento en materia cósmica es limitado. Buena parte de lo antes expuesto descansa sobre los hombros del cálculo, no del hecho; y con ello en mente, tu conjetura es tan válida como la mía. ¡Hey, tal vez estamos rodeados de civilizaciones y no lo sabemos! Pero precisamente por eso valdría la pena adoptar una postura cautelosa, si bien quizá no plenamente pasiva, pues todo en la ciencia implica riesgo y eso nunca nos ha frenado.

Ésta no es la mejor actitud científica
Ésta no es la mejor actitud científica

Antes de enviar miles de horas de Nyan Cat a las estrellas, sería bueno reparar en alguna forma de reducir los citados riesgos, de mantener una distancia figurativa razonable en caso de toparnos con otros en el vasto cosmos. Nuestros padres nos dicen, cuando somos pequeños ‘no hables con extraños’, pero si adoptamos esa misma posición el resto de nuestros días, seríamos ermitaños armados viviendo en sótanos. Con el tiempo, adquirimos técnicas para hablar con extraños para reducir el riesgo y quizás ésa sería la recomendación cuando se trata del SETI activo. No frenar el avance por miedo, simplemente tener cuidado. ¿Cómo? Bueno, ésa será la pregunta que los científicos del programa deberán resolver.

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