La historia de Jeremy Hammond

El hacker que pasará 10 años tras las rejas por revelar información

"Sí, rompí la ley, pero considero que a veces las leyes deben ser rotas para hacer espacio al cambio." Con esta frase, el hacker Jeremy Hammond admitió su culpabilidad por haber robado información de la consultora Stratfor, la cual fue revelada posteriormente por WikiLeaks.

Hammond, arrestado en marzo de 2012, pasará 10 años en prisión, una condena desproporcionada —en promedio, un asesinato se castiga con 6 años— que, para muchos, es sólo una demostración de poder del gobierno de Estados Unidos para disuadir a los hackers.

Este caso es otro de los relatos que nos hacen cuestionar dónde está la línea entre la información privada y aquella que debe ser revelada. Para Hammond, su sentencia es "un acto vengativo, malicioso" por parte del gobierno estadounidense, que ha emprendido una batalla legal contra los soplones. Te invito a conocer su historia.

Los inicios

Jeremy Hammond empezó en los actos de desobediencia civil en línea cuando, en 2005, intervino los sistemas de una asociación de derecha llamada Protest Warrior, que vendía playeras con leyendas racistas y promovía el acoso a grupos antibélicos.

Fue arrestado por el FBI y juzgado bajo los preceptos del Acta de Fraude y Abuso Informático. Su sentencia fue calculada con base en las 5000 tarjetas de crédito alojadas en la base de datos de la organización y multiplicar esa cantidad por $500 USD. El resultado fue de $2.5 MDD, aún cuando Hammond no usó ni divulgó los números de las tarjetas.

Hammond ya había sido condenado a 2 años en prisión por atacar una página racista

Como consecuencia de ese arresto, Hammond pasó 2 años en la cárcel. Cuando salió, dudó en seguir en la desobediencia civil, debido a su frustración por la poca efectividad de la protesta pacífica. Empezó a seguir el trabajo de WikiLeaks y de Anonymous; se sintió inspirado y conmovido por la labor de Chelsea Manning en la filtración de documentos y decidió regresar a ser activista.

Hammond se enroló en Anonymous, desde donde actuó en contra de la censura en la Primavera Árabe y en campañas a favor de WikiLeaks. Se interesó en el trabajo de la agrupación LulzSec —famosa por sus ataques de alto perfil a empresas como Sony o agencias como la CIA, en 2011—, que lo puso en contacto con un hacker llamado Sabu, quien resultaría crucial en su futuro.

Hammond ingresó en Anonymous inspirado en la filtración de Chelsea Manning
Hammond ingresó en Anonymous inspirado en la filtración de Chelsea Manning

El ataque a Stratfor

Héctor Xavier Monsegur, alias Sabu, es un hacker considerado uno de los 6 miembros principales de LulzSec y, según algunos, el más hábil de esa agrupación. Originario de Puerto Rico, Sabu fue uno de los líderes en varios ataques de LulzSec. En junio de 2011, Sabu fue arrestado por el FBI y para salir del embrollo, se convirtió en informante encubierto de la agencia mientras mantenía su imagen de hacker.

Sabu, quien coordinó los ataques de Hammond a Stratfor, era un informante encubierto del FBI

Desde la primera vez que Hammond habló con Sabu, éste ya era informante del FBI. Bajo sus órdenes, Hammond efectuó ataques contra sitios web de diversos gobiernos internacionales. Fue el hacker de LulzSec quien le pidió llevar a cabo una intervención contra Stratfor, una consultora global en temas de seguridad nacional. Con la ayuda de otra persona, obtuvieron un enlace para descargar la base de datos de tarjetas de crédito de Stratfor, así como información sobre las vulnerabilidades del sitio.

Mientras que unos usaron las tarjetas de crédito para donar a organizaciones humanitarias, Hammond se concentró en obtener los correos electrónicos de la empresa, "donde normalmente se encuentran los secretos sucios." Le tomó una semana conseguir el acceso. Sabu le ofreció un servidor para alojar los correos, el cual fue provisto y vigilado por el FBI desde el primer momento. Durante las siguientes semanas, el sitio de Startford fue desmantelado. "Por qué el FBI nos presentó al hacker que halló la primera vulnerabilidad para lograr esta intromisión, sigue siendo un misterio", cuestionó Hammond en su declaración.

El castigo

Sabu (y el FBI) siguieron proporcionando acceso a Hammond para efectuar sus actividades. Esos ataques afectaron a decenas de gobiernos fuera de Estados Unidos y se desconoce si este país usó los datos obtenidos por los hackers o si se investiga al respecto. Hammond ha dicho que acepta su culpabilidad y critica al gobierno estadounidense por perseguir y castigar a los hackers cuando ellos nos responden por sus acciones en estos casos.

El 15 de noviembre de 2013, Hammond fue declarado culpable por fraude y abuso. En reacción, WikiLeaks anunció que revelaría el resto de los correos obtenidos por Hammond de los servidores de Stratfor. La condena del hacker es de 120 meses, además de pasar los siguientes 3 años, tras su liberación, vigilado en Internet. No se le permitirá usar ningún tipo de cifrado durante ese periodo.

WikiLeaks anunció, tras el fallo, que revelará el resto de los correos de Stratfor sustraídos por Hammond
WikiLeaks anunció, tras el fallo, que revelará el resto de los correos de Stratfor sustraídos por Hammond

La juez que dictó la sentencia admitió que la condena obedece a "promover el respeto a la ley". Con esta decisión, Hammond pasará la próxima década tras las rejas. Al enterarse de la resolución, el sentenciado indicó que sus días como hacker terminaron. Igual que con la historia de Chelsea Manning, no hay un final feliz; mucho menos, una investigación sobre la implicación del gobierno. Sabu, por su parte, también tiene cargos por delitos informáticos, aún siendo cómplice del FBI para desenmascarar a otros miembros.

La justicia en Estados Unidos está en franca guerra con la revelación de información. Como bien señala el documentalista Kevin Gosztola, la juez "no distingue entre buen hacking y mal hacking". La duda es si hay intención de distinguirlos; si en algún momento se pondrá en la balanza el bien común de la divulgación de datos confidenciales contra el interés privado de mantenerlos ocultos.

Hay que admitirlo, desde hace unos años el mundo se convulsiona con cada revelación, sean archivos sobre una guerra, cables diplomáticos, correos corporativos o tratados económicos; y nombres como Assange, Swartz, Snowden, Manning o Hammond se han vuelto cada vez más importantes. Esta batalla —legal, política, social, ética— apenas inicia.

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