El paradigma de las actualizaciones gratuitas

Tweetbot 3 nos hace replantear el pago por nuevas versiones

Tapbots es una empresa compuesta por 2 personas: Paul Haddad, el programador y Mark Jardine, el diseñador. Ellos desarrollaron uno de los clientes móviles y de escritorio más exitosos de los últimos años: Tweetbot. La mayoría de los usuarios ―entre los que me incluyo― coincide en que es uno de los programas más completos para usar Twitter (incluso, mejor que el cliente oficial).

Tweetbot es uno de los clientes de Twitter más populares en la App Store
Tweetbot es uno de los clientes de Twitter más populares en la App Store

Sin embargo, Tweetbot tiene otra característica que le da fama: el precio. Primero, debido a una limitación de Twitter, se debió establecer un precio relativamente alto para lo que el mercado estaba acostumbrado. Con la entrada de iOS 7, se tuvo que actualizar (como todos) su software y de nuevo salió de la norma y cobró por la versión 3.0.

Paul comentó que es dañino el esquema actual de las actualizaciones gratuitas. ¿Está en lo correcto o está disparándose en el pie? ¿Qué tan positivo es, para clientes e industria, abrazar este paradigma?

Pagar bien por lo que es bueno

Tweetbot es una aplicación móvil, cuya versión Beta salió en marzo de 2011. Eran tiempos diferentes. Twitter había sacado su cliente oficial en mayo de 2010 ―a raíz de la compra de Tweetie― y en el panorama había opciones como Echofon (antes TwitterFon), Twhirl, Seesmic, Twitterrific, UberTwitter y más.

Debido a su funcionalidad y experiencia de uso, Tweetbot destacó rápidamente. Se hizo de una buena base de usuarios y siguió su crecimiento durante buena parte de 2011. En febrero de 2012, se lanzó Tweetbot 2.0 y Tweetbot para iPad. La aplicación nunca fue gratuita. Costaba alrededor de $3 USD, pero la calidad lo valía. Incluso, cuando Paul y Mark empezaron a trabajar en el cliente para Mac, anunciaron que tendría un precio, aunque aún no sabían cuál.

En 2012, Twitter limitó su API, castigando a las aplicaciones que "imitaran" a la aplicación oficial

Entonces llegó el golpe. En agosto de 2012, Twitter anunció que haría cambios en su API. Impuso una restricción para aplicaciones que “imitaran” la experiencia básica de Twitter. El movimiento obedecía a un impulso para la adopción de la aplicación oficial en detrimento de las desarrolladas por terceros, algo que fue interpretado como una puñalada en la espalda para la comunidad de programadores que hizo crecer a la red social. El daño estaba hecho.

Como tal, Twitter no prohibió los clientes no oficiales, pero los limitó. Cuando un servicio de ese tipo superase los 100,000 usuarios, tendría que ponerse en contacto con la empresa para hacer un pago de licencia por token. Eso complicó las cosas para los desarrolladores más pequeños, en tanto que los que habían ganado un nicho de mercado, tendrían que ingeniárselas para no quebrar.

Cuando Tweetbot para Mac fue lanzado en versión Alpha, las reglas aún no habían cambiado. Eso también fue un problema para los desarrolladores. ¿Por qué? Porque cuando una persona baja Tweetbot y se conecta a su cuenta de Twitter mediante el programa por primera vez, ocupa un espacio (token). Aún si borra el programa o elige no usarlo de nuevo, el espacio sigue ocupado. La única forma de liberarlo es ingresando a las opciones de Twitter desde web y revocar el acceso.

Por los cambios en la API, Tweetbot para Mac salió al mercado con un precio de $20 USD
Por los cambios en la API, Tweetbot para Mac salió al mercado con un precio de $20 USD

La solución de Tweetbot fue lanzar el cliente para Mac con un precio muy alto: $20 USD. Para la economía de la App Store, acostumbrada a precios asequibles, era una rareza. Los desarrolladores justificaron su decisión con los cambios de API de Twitter, al argumentar que querían que quien usara su software lo hiciera con plena decisión, pues ocuparía uno de los tokens.

En su momento, defendí la decisión de Tweetbot y no me arrepiento. Vale la pena el pago, sobre todo porque se justifica para mantener a una pequeña compañía que tiene que operar con reglas en contra. Salieron bien librados de esa batalla, pero con la irrupción de iOS 7, están en otra lucha contra el statu quo de las descargas.

El dilema de lo gratuito

Hace 5 meses, cuando Apple dio a conocer los cambios de iOS, muchos desarrolladores se pusieron a trabajar en la parte gráfica de sus aplicaciones para que tuviera la nueva cara del sistema operativo. Tapbots, en cambio, se dio cuenta de que tenía que reescribir Tweetbot desde el inicio. No era una tarea fácil.

Apenas hace unos días, Tweetbot 3 llegó a la App Store. La sorpresa fue que había que pagar de nuevo por ella. No era una actualización automática y gratuita, como comúnmente ocurre. Había que desembolsar otros $3 USD para hacerse de la aplicación. Algunos pagamos sin rechistar, mientras otros se quejaron por tener que pagar de nuevo, algo impensable en el esquema actual.

En realidad, Tweetbot 3 califica como una versión nueva, más que una actualización ―que normalmente se trata de corregir errores y aumentar pocas funcionalidades. Una nueva versión implica cambios de fondo. ¿Es correcto cobrar por ello? ¡Por supuesto! Desgraciadamente, nos hemos acostumbrado al pago único, un modelo que, a todas luces, es atractivo de inicio para el desarrollador pero mortal al largo plazo.

Veamos, por ejemplo, cómo lo solucionan otras aplicaciones. Mi caso paradigmático es Candy Crush. El juego está diseñado en torno a las microtransacciones, tan de moda en los títulos para móviles. Quizá te cueste $1 USD bajar la aplicación, pero gastarás mucho dinero si te enganchas en comprar vidas y mejoras. A mí me sucede.

Candy Crush ha amasado una fortuna gracias a su sistema de microtransacciones
Candy Crush ha amasado una fortuna gracias a su sistema de microtransacciones

Aquí, un breve paréntesis. Cuando confesé que había pagado por vidas en Candy Crush, un amigo me tildó de estúpido. “¿Por qué lo soy?”, le pregunté, “¿por pagarle a un desarrollador independiente por su trabajo?” Al final, sí, el modelo de Candy Crush ha permitido a sus creadores amasar una (no tan) pequeña fortuna, pero eso ha costado trabajo y muchas, muchas líneas de código.

Esa idea de la gratuidad perpetua está afectando a los desarrolladores independientes. Imagina tener un gran éxito con una aplicación. Podrás ganar mucho cuando todo mundo la baje, pero sin un esquema que te permita seguir cobrando, tus caminos se cierran. Y sin gasolina, no hay viaje.

Muchos optan por la publicidad, que termina por afectar la adopción del programa (aún no entiendo la queja de los usuarios: si la publicidad permite que siga siendo gratis, ¿por qué odiarla tanto?). Otros, incluso, encuentran un respiro económico al vender versiones premium sin publicidad, pero nadie toca las actualizaciones.

Distorsionar el mercado

La gente espera mejoras sustanciosas, pero no sabemos qué tan dispuesta está a pagar por ellas. Por eso, el arrojo de Tweetbot es importante. En la cuenta de Twitter de Paul Haddad, calificaron de irrespetuosa la medida de cobrar por una nueva versión. El programador respondió que la versión de iOS 6 no ha dejado de funcionar y que puede seguir empleándola. Tan simple como eso.

Ante las críticas, Paul Haddad respondió que la versión anterior aún es funcional y que actualizar es una decisión personal del usuario

A Paul le han criticado que Apple “está tratando de hacer las cosas de forma diferente” al dar el nuevo sistema operativo de forma gratuita. “Sí, Apple también regala su hardware”, respondió Haddad. “Hey, ¿diseñarías un sitio web por mí? Entonces en 2 años te pediré rediseñarlo, pero no debería pagarte, ¿verdad?”, ironizó el diseñador en sus respuestas.

Pongamos las cosas en perspectiva. El costo, $3 USD, es quizás el de un café en Starbucks (¡y estoy siendo optimista, porque el café vale más!). Estos $3 USD serán para pagar las cuentas, la comida y el esfuerzo de 2 personas. Quisiera ver a cualquiera de nosotros hacer ese trabajo de forma gratuita, con las condiciones en contra tanto de Twitter como de Apple. Hay que darle la justa medida.

La medida de Tweetbot no ha caído bien a todos, pero me quedo del lado de sus creadores. “Espero que esto ayude a los desarrolladores a tomar la decisión de cobrar por actualizaciones mayores. Las actualizaciones gratuitas no son saludables”, indicó Paul al mostrar cómo su software era líder de descargas en Australia, Canadá, Alemania, Francia o Estados Unidos.

Tapbots tiene razón porque, de todos modos, la pelota queda de nuestro lado: si por calidad vale la pena, se hará el pago; si no, se puede cambiar de programa o usar la versión anterior. Es la dinámica de mercado sana. Pero demandar actualizaciones gratuitas perpetuas genera una distorsión, una en la que quienes pierden son los independientes y sólo se mantienen quienes pueden subsidiar. Terminamos por afectar la competitividad, favorecer al gran jugador y cerrar la puerta a la innovación. ¿Ese es el ecosistema que queremos?

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