Desde la perspectiva tecnológica, para una compañía como Google tendría que ser relativamente fácil la lucha contra la piratería en Internet, pues la sofisticada programación de su buscador web es capaz de discriminar solicitudes de consulta muy específicas e incluso puede bloquear el acceso a ciertos sitios dependiendo de la ubicación del usuario. El problema es que la empresa debe acatar las normas de privacidad de cada país y, a la vez, responder a la petición de las organizaciones que defienden la propiedad intelectual. Dicho de otro modo, Google necesita seguir al pie de la letra las leyes locales y ser muy transparente para no arriesgarse a recibir incontables demandas civiles que lo harían perder una fortuna.
Ante esa complicada situación, Google sigue comprometido con la guerra en contra de los archivos de origen ilegal, pero también mantiene completa apertura acerca de sus procedimientos. Así, como parte de un reporte anual, la empresa detalló que para desviar la atención de los internautas del material pirateado los resultados ahora incluyen ligas directas a servicios legítimos de música y películas, como Spotify o Netflix, además de recomendar tiendas virtuales —con especial énfasis en Amazon— en las que se puede adquirir el contenido buscado. Otra medida es que las sugerencias que aparecen al momento de escribir un criterio de búsqueda ya no incluyen las palabras vinculadas con la piratería, como descarga gratuita o torrent. Por último, Google analizará con detenimiento su base de datos para bajar la clasificación de los sitios que contienen archivos ilegales, pero también eliminará las URL que reciban muchos reportes de las organizaciones que protegen los derechos de autor.
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