El supremo líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, acostumbra mandar al diablo a quien quiere: a Estados Unidos y su capitalismo, a los revolucionarios de su país y en fechas recientes, a todo pensamiento lógico. Pero al menos se le ocurren ideas originales. En un movimiento "contra el imperialismo japonés", este dictador estableció un huso horario exclusivo para Corea del Norte, el cual, por cierto, no será el mismo que el usado por Corea del Sur. Al diablo también con los estándares internacionales.
Viendo las cosas desde una perspectiva nacionalista norcoreana, no es que Kim Jong-un esté tan mal, pues su nación tuvo que ajustarse al horario de Japón durante el periodo de ocupación, de 1910 a 1945. Queda claro que es una medida rencorosa, pero al menos hay fundamento. Y para reforzar los argumentos, los medios de comunicación norcoreanos distribuyeron el siguiente mensaje:
"Los malvados imperialistas japoneses cometieron crímenes imperdonables al privar a Corea incluso de su propio horario, mientras aplastaban despiadadamente una tierra con historia y cultura de 5000 años."
Pero hacerlo por capricho, en lugar de buscar un beneficio real, es algo que podría traer repercusiones para la gente de Corea del Norte —en especial para los que viven en la frontera con Corea del Sur—. Por ejemplo, en este tema tiene ventaja Hugo Chavez, quien en 2007 ajustó media hora hacia atrás el horario de Venezuela para optimizar la distribución de Sol en todo el país.
Así que, a partir del 15 de agosto, el mundo tendrá que incluir en su lista el GMT +8.30 hora de Pyongyang. Corea del Sur, con su perspectiva más comercial, continuará con su horario actual y de seguro, para Kim Jong-un, eso será otra razón más para decir que están equivocados y que necesitan ser invadidos. Bien jugado Kim, bien jugado.
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