A pesar de que el futuro de los autos para las próximas décadas todavía no está escrito en piedra —probablemente no veremos uno volador, al menos dentro de mucho tiempo—, es un hecho que el siguiente paso está en los sistemas autónomos y, afortunadamente, en el uso de energía limpia. Todos los fabricantes automotrices están tomando ese rumbo y, más allá, algunos hasta comienzan a pensar en los siguientes 100 años. Rolls-Royce es un caso ejemplar pues decidió celebrar el centenario de BMW (su empresa matriz) con un concepto excepcional, llamado Vision 100, el cual nos abre una ventana hacia el lujo y sofisticación con los que viajaremos en el año 2036 o, si tenemos suerte, un poco antes.
Todo acerca de este Rolls-Royce del futuro exclama grandiosidad, desde la enorme carrocería que pareciera más un lujoso yate, que un auto, hasta los amplios interiores. Y es que con sus 5.9 metros de largo y casi 2 metros de altura, aloja suficiente espacio para que los pasajeros se estiren cómodamente. De hecho, en lugar de asientos hay un sofá (con acabados de seda) y gracias a que el coche tiene un sistema de manejo autónomo, el volante y el tablero fueron reemplazados por una pantalla OLED semitransparente —que también es parabrisas—. Los representantes de la compañía dicen que los avances de la tecnología harán obsoletos los esquemas de diseño interior que existe en los vehículos actuales: "eventualmente sólo tendremos que pensar en comodidad y servicios al momento de desarrollar un auto, lo que dejará atrás mucho de lo que hoy se crea con base en funcionalidad".
Lo impresionante de esta majestuosa pieza de ingeniería, más allá de su diseño, es toda la tecnología —conceptual— que tiene detrás. Rolls-Royce presume que el corazón de su auto es una inteligencia artificial sumamente avanzada, llamada Eleanor y que será capaz de aprender cada detalle de sus amos humanos. Eso quiere decir que, en palabras de la compañía, esta IA podrá aprender de los pasajeros con el paso del tiempo, recordará sus rutas favoritas, los restaurantes que acostumbran, la ubicación de sus personas queridas y hasta "el tipo de amor que tienen por el arte", todo con simples comandos de voz. "Será tu mayordomo etéreo". Además, el motor será autosustentable, lo que significa que su batería eléctrica no tendrá que conectarse a una fuente de energía para recargarse; dado que es apenas un concepto, Rolls-Royce todavía no sabe cómo podría lograr eso —probablemente con un sistema de celdas solares de nueva generación—, aunque esa incertidumbre es poco relevante, porque cualquier cosa que planteen en este momento podría ser obsoleta dentro de 20 años.
Sobra decir que estamos ante un vehículo diseñado para la élite, pensado para quienes tienen millones de dólares en el bolsillo y que quieren lo más lujoso. Pero dentro de algunos años esa opulencia podría dejar su exclusividad, para convertirse en un privilegio accesible, costoso, sí, aunque disponible para casi cualquier persona. Después de todo, la propuesta futurista de este auto cruza caminos con la actualidad de los coches de uso común: cada vez dependemos menos de la pertenencia, gracias a servicios de ridesharing como Uber, así que eventualmente habrá un auto que sea común denominador, mientras que los deportivos y excesivamente lujosos podrían estar en una categoría más alta, una especie de Black Elite, más caro y limitado, pero que ya no estaría reservado para los magnates. Sin embargo, tal vez Rolls-Royce prefiera no "ensuciar" su prestigio al dejar que sus creaciones sean usadas por el ciudadano común; como sea, el Vision 100 cumple su propósito de verse futurista y prometer tecnologías maravillosas, aún si su diseño luce muy poco conveniente para casi cualquier tipo de camino.
Deja tu comentario