Ciencia

¿Mowgli del libro de la selva pudo haber existido?

Niños ferales

Desde la antigua historia romana de Rómulo y Remo hasta Mowgli del libro de la selva, parece existir una fascinación universal en torno a la idea de niños que son criados por animales. Pero las versiones de la vida real de estas historias son relatos tristes en los cuales los niños involucrados por lo general quedan permanentemente dañados.

Las historias de niños criados por animales tienden a no ser tan románticas como sus equivalentes mitológicos. La realidad es que estos niños han sido abusados y abandonados. En la gran mayoría de los casos registrados, estos niños al ser encontrados carecen de conocimientos sobre el lenguaje humano, la interacción social, acostumbran andar en 4 patas y comer carne cruda o alimentos del piso y se les dificulta mucho reintegrarse a la sociedad.

Muchos de los casos conocidos terminaron siendo desenmascarados como fraudes, pero no todos son falsos. El más conocido es el de Oxana Malaya “la niña perro de Ucrania” que vivió con perros por 5 años.

Los alcohólicos padres de Oxana la dejaron fuera de la casa una noche sin importarles lo que pudiera pasarle, la niña de 3 años buscó asilo en una de las perreras cercanas donde dormían los perros del lugar. Por 5 años sus padres no mostraron ningun interés en que la niña regresara a dormir a la casa o hacerse cargo de ella de ninguna forma, así que Oxana vivió con los perros hasta que alguien informó a las autoridades sobre el abuso en el que vivía.

Durante 5 años Oxana se alimentó de los restos de comida que los perros le cedían, en ocasiones regresaba a la casa a robar alimento, aprendió a ladrar, andar en 4 patas, entre muchos otros comportamientos caninos. La falta de contacto humano hizo que olvidara el lenguaje y cómo comunicarse con otras personas.

Oxana ahora vive y trabaja cuidando de los animales de una institución mental en donde fue rehabilitada, se le enseñó a hablar, leer y escribir. Pese a los esfuerzos de los médicos y psiquiatras, Oxana nunca logró reincorporarse a la sociedad y mantener relaciones humanas normales.

Este tipo de historias se extienden a través de cientos de culturas a lo largo de la historia, variando entre niños que han sido criados por lobos, changos, chimpancés, aves, gatos y perros.

¿Por qué estas historias son tan similares entre sí y tan comunes en tantas culturas?

En las historias de estos supuestos Mowglis, una asociación entre el niño feral y un grupo de animales es comúnmente exagerada y gira en torno a una relación de crianza, en la cual el animal toma el papel de un padre humano, tal vez por no querer pensar en el sufrimiento de un niño abandonado a su suerte.

Otro ejemplo es el de John Ssebunya, mejor conocido como el “niño chango de Uganda”. John huyó de su casa hacia la selva después de presenciar el asesinato de su madre a manos de su padre. No se sabe con exactitud la edad a la que John escapó ni cuánto tiempo pasó viviendo solo en la selva, pero el afirma que vivió con una familia de changos cercopitecos verdes, hasta que una mujer que recolectaba leña lo halló y llamó a las autoridades.

El profesor en psicología y comportamiento animal de la universidad Bucknell en Pennsylvania, Douglas Candland, explora los casos de niños ferales en su libro "Feral Children and Clever Animals."

El Dr. Candland fue uno de los encargados de investigar el caso de John, así cómo la veracidad de las declaraciones y determinó que Ssebunya efectivamente pasó la mayor parte de su estancia en la selva al lado de esta familia de monos, los cuales son una especie pacífica y no les molesta la presencia de humanos, pero esto no quiere decir que lo hayan adoptado. “Los aldeanos con los que hablé dijeron que no lo habían visto en 2 años, esto significa que estuvo perdido por 2 años pero que haya estado en la selva todo ese tiempo, no lo sé.” afirma Candland.

“Muchos de los casos de niños ferales son fraude -cuentos muy bien elaborados- comenta Mary-Ann Ochota, antropologa y socia de the Royal Geographical Society. “La historia de niños criados por animales es una historia recurrente en muchas culturas y se han contado por un largo periodo de tiempo. Sin embargo, me temo que la idea de que un animal pueda ‘criar’ a un ser humano debe ser visto como una leyenda.”

Ochota conoció a John Ssebunya para un programa de televisión que ella realizó sobre niños ferales. En este encuentro confirmó lo que el Dr. Candland afirma y aprendió que los cercopitecos verdes son tolerantes con la presencia de humanos.

“Estos changos no son los más prolijos para comer, por lo que John debe haber haberse alimentado de las sobras y los alimentos que se les caían y de alguna manera esto hizo que el niño creyera que lo alimentaban” comenta sobre el caso. “De hecho los monos no regalan comida y la idea de que lo hagan es simplemente una manera de romantizar la brutalidad del abandono.” continua, “Creo que desarrollamos estas historias para tratar de establecer qué es lo que significa ser una persona o un animal, por lo tanto las historias de niños ferales actúan como un puente entre nosotros y el reino animal en el cual las criaturas son humanizadas y los humanos se vuelven más como animales.”

Adopciones en el mundo animal

Las adopciones de cachorros de la misma especie e incluso entre especies distintas son algo relativamente común entre los animales domésticos y también han sido observadas entre animales salvajes, acorde a Jenny Holland, autora del libro “Unlikely Friendships”.

Algunos ejemplos son el de una perra que adoptó a una ardilla como parte de su camada, muchos simios en cautiverio han adoptado gatos que tratan como si fueran sus crías y se sabe de un grupo de ballenas que han adoptado a un delfín.

¿Pero porque algunos animales deciden adoptar a otros?

“Desearía poder entrar a la mente de esos animales y preguntar! Pero podemos hacer algunas suposiciones bien informadas basándonos en lo que sabemos de los cerebros animales y el nuestro.” Comenta Holland para National Geographic. “Por ejemplo, en algunos casos un animal adoptará a otro de la misma especie, lo cual es instintivo, cuidando de los más jóvenes para ayudarlos a sobrevivir y así pasar el ADN de la familia. Así que creo que existe algo innato que los lleva a cuidar de otro animal necesitado.”

Los chimpancés, con todos sus extraordinarios rasgos genéticos, sociales, intelectuales y de comportamiento, son vistos como los primos evolutivos más cercanos al humano, pero esto no quiere decir que adoptaría a un infante humano. Ciertamente demuestran empatía y bondad, pero también se han documentado comportamientos como el asesinato y la guerra, ya sea para desplazar a otro macho que sube en la jerarquía social o para defender territorio respectivamente.

También se sabe que cometen infanticidio, al igual que muchos otros simios, osos, pingüinos y muchos otras especies de animales. Aún así se sabe de casos en los que chimpancés han adoptado a otros huérfanos de su especie, en cautiverio y en libertad.

“Los beneficios mutuos son otra razón motivadora”, comenta Jill Goldman, conductista animal de la Universidad de California. “Para que una relación sea sustentable, ambas partes deben beneficiarse de alguna manera. Cómo definimos el beneficio es otro tema. La compañía social en algunos casos puede ser suficiente para tomarse como beneficio, siempre y cuando no sea superada por competencia o amenaza.”

Con respecto a esto, la historia de otro niño feral sobresale del resto: Ivan Mishukov de 4 años de edad fue abandonado y se unió a una manada de perros salvajes de las calles de Moscú. Eventualmente se ganó la confianza de los perros y se convirtió en el líder de la manada. Los perros lo protegían como si fuera uno de los suyos, lo mantenían caliente y todos compartían la comida que el niño saqueaba o mendigaba en la ciudad. Las autoridades intentaron aprender al niño, pero Ivan escapaba gracias a la protección de su manada, con la cual vivió por 2 años hasta que finalmente lograron separarlo de los perros e Ivan fue reintegrado a la sociedad.

Casos e historias como estas hay miles y parecen siempre haber existido en la historia de la humanidad y aunque muchas han podido ser verificadas y comprobadas, aún existe la interrogante de hasta qué punto los animales adoptan o aceptan a un humano como parte de su familia.

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