Sabes que algo está súper roto cuando la felicitación navideña más original y creativa viene de unos perros robots que, a modo de Rodolfo el reno en versión diabólica, jalan el trineo de Santa.
Boston Dynamics, quienes son propiedad de Google, pueden tener toda la buena intención del mundo, pero no estoy seguro si quiero una de esas máquinas asesinas debajo de mi árbol de Navidad para hacer travesuras —inocentes y que en lo absoluto involucran destruir monumentos fraudulentos del gobierno durante la noche— de aquí a fin de año... o en una trituradora, para evitar que me aniquilen cuando venga la rebelión de las máquinas.
Y no es que sea fatalista o que me haya unido a la secta robofóbica de Elon Musk, es sólo que puedo ver perfectamente hacia dónde va todo esto:
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