Un grupo de investigadores de Reino Unido, Kenia y Australia, trabajan en sensores del tamaño de la millonésima parte de un metro, que miden la concentración de un antibiótico en el torrente sanguíneo y determinan su efectividad en el tratamiento de enfermedades infecciosas.
“Esto nos permite medir cuántas moléculas de antibiótico están libres para atacar a las bacterias y tratar una infección, a partir de la fuerza que ejercen sobre la pared celular. Entender la manera en la que los antibióticos aplican presión sobre una bacteria podría proveer a los investigadores de una nueva perspectiva para diseñar mejores medicamentos que combatan a los microorganismos, los cuales cada vez tienen paredes más delgadas y resistentes”, señaló Matt Cooper, profesor en el Instituto de Biociencia Molecular de la Universidad de Queensland, en Australia.
Debido a que la difusión de un antibiótico en la sangre varía de un individuo a otro, la tecnología también podría utilizarse en la aplicación de dosis específicas que se adapten a los requerimientos del paciente. Lo más importante es que, al dosificar antibióticos adecuadamente, se reduciría el riesgo de que las bacterias desarrollen inmunidad a ellos. Esto posibilitaría un mejor control de ciertos padecimientos con sustancias conocidas.
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