Ingeniero se adueña de las contraseñas de la red de su trabajo y es sentenciado a prisión

Terry Childs buscaba una forma de no ser despedido

Cuando el personal del gobierno de la ciudad y el condado de San Francisco decidió suspender a Terry Childs, que fungía como director del Departamento de telecomunicaciones y servicios de información, se dio cuenta de que ningún otro miembro del área tenía la contraseña para acceder a la red. Desde antes de su suspensión, Childs se las arregló para que fuera la única persona que tuviera esta información y decidió jamás compartirla, aunque se lo pidieran sus superiores. Aparentemente, Childs desconfiaba de las habilidades de sus compañeros, pero también pensaba que si él se mantenía como la única persona que podía controlar la red, su compañía jamás iba a querer despedirlo.

Si mantener en secreto las contraseñas no era suficiente, Childs configuró el sistema para que borrara toda su información en caso de que alguien más entrara. Para esto usó aplicaciones no autorizadas que pusieron en riesgo a la red.

Se especula que Childs buscaba aprovecharse de una nueva ley californiana que prohíbe a las compañías exigir las contraseñas de las cuentas en línea de sus empleados, la cual actualmente presenta algunas ambigüedades al no distinguir los servicios que caen bajo esa jurisdicción ni diferenciar las cuentas personales con las de trabajo. Aún así, Childs no calculó que las contraseñas de las que se adueñó eran para acceder a un recurso compartido del gobierno de San Francisco, por lo que las consecuencias fueron más graves de lo que esperaba.

El problema llegó a la corte, y Childs fue sentenciado a 4 años en prisión, así como a pagar una multa de $1.5 MDD por los esfuerzos que su empleador tuvo que invertir para encontrar y reparar las puertas traseras que puso en la red. Por lo que la moraleja es que, como empleado, siempre se debe buscar el bien de la empresa y no el personal.

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