Conducir con Google Glass: el debate que viene

Una multa ha encendido la discusión que promete alcanzarnos pronto

Cuando se dio a conocer Google Glass, la gente pensó en un montón de escenarios hipotéticos en los que podría representar un problema. Uno de los más difundidos tenía que ver con la privacidad y las grabaciones sin permiso a terceros. Otro era si su uso sería permitido en salas de cine o espectáculos bajo riesgo de grabar y violar el copyright.

Debates no faltan, pero uno de ellos surgió la semana pasada en el mundo real. Una mujer fue multada por conducir con exceso de velocidad. Nada fuera de lo común, salvo por un hecho: el oficial de tránsito incluyó como agravante en la boleta, que la conductora usaba unos Google Glass. Que empiece la discusión.

El caso

Cecilia Abadie, una mujer de California, fue detenida por un oficial de policía en San Diego. El agente le extendió una multa de tránsito por exceso de velocidad, pero al observar que además llevaba puestos unos Google Glass, lo anotó en la boleta.

Conducir con Google Glass podría considerarse una infracción al reglamento de tránsito. ¿Por qué?
Conducir con Google Glass podría considerarse una infracción al reglamento de tránsito. ¿Por qué?

El oficial consideró que los anteojos de Google constituían una violación a la ley, ya que está prohibido por el reglamento de tránsito que una persona maneje con televisores o monitores encendidos (con excepción de las herramientas de navegación, como los GPS).

Cecilia respondió que su dispositivo no estaba encendido. De cualquier manera, el oficial aplicó la infracción, diciendo que la pantalla bloqueaba su visión —aún cuando ésta no se ubica directamente frente al ojo de la conductora—. Así, el policía desestimó los argumentos de la mujer, quien se hizo acreedora a la multa. Si fue justa o no la decisión, es tema de discusión a lo largo de la red.

Entonces, sí se puede

¿Cuáles son las razones por las que podría permitirse Google Glass en el automóvil? Comenzaré con un punto legal: la presunción de inocencia. Este precepto señala que una persona es inocente de cometer un delito hasta que se demuestre lo contrario. En el caso de Cecilia, el oficial juzgó que la pantalla impedía su rango de visión, aún cuando no estaba frente a sus ojos. La única forma en que ella habría violado la ley sería si el dispositivo hubiera estado encendido. Entonces, ¿es ilegal manejar con Google Glass aún si el aparato está apagado?

La duda principal es si portar Google Glass constituye una violación al reglamento, aún si el dispositivo se encuentra apagado

Ahora imaginemos que, en efecto, el dispositivo iba encendido. ¿Qué sucede si el uso de Google Glass era como instrumento de navegación, como un GPS? ¿Qué regla debería aplicar? Estas herramientas son cada vez más comunes al manejar. ¿Por qué no usar una que, por ejemplo, proporcione instrucciones por medio de realidad aumentada?

Otra función de Google Glass es grabar video. Quizá ni siquiera necesite tener activada la pantalla; sólo colocar el dispositivo a la altura de mi vista para registrar el camino. Podría tratarse de un video educativo, de un experimento o simplemente, de una grabación del paisaje —incluso, ir tomando fotografías—. ¿Constituye Google Glass una distracción, en este caso?

Ahora, si se usa Google Glass para una conversación de voz, como dispositivo de manos libres, ¿recibiría una infracción? Se supone que no debemos conducir y hacer llamadas telefónicas al mismo tiempo, pero a su vez, los altavoces del móvil (en ocasiones apoyados con los del automóvil por Bluetooth) o los dispositivos de manos libres, permiten esta tarea al volante.

No cabe duda: hay escenarios en los que estaría terminantemente prohibido su uso (mirar una película mientras manejo, por ejemplo), pero hay casos, como los expuestos antes, que merecen una revisión.

Entonces, no se puede

Veamos el otro lado de la moneda. Comencemos con el primer argumento: el empleo de instrumentos de navegación. Cuando recurrimos a Google Maps o a Waze en el móvil, las mismas aplicaciones aconsejan recurrir a un copiloto. Esta justificación orillaría a pensar que Google Glass es parecido a un teléfono celular: útil para conducir, pero no en manos de quien lleva el volante.

El argumento central es que Google Glass constituye una distracción para los conductores
El argumento central es que Google Glass constituye una distracción para los conductores

En otro argumento, imaginemos que el oficial nos detiene y apagamos el Google Glass. ¿Qué garantizaría a la autoridad que no estaba encendido? Sólo nuestra palabra. Es como si una persona maneja con los audífonos puestos ―una violación al reglamento de tránsito― pero cuando la detienen, no hay música reproduciéndose. ¿Qué es más lógico: que estuviera encendida y la haya quitado antes de la infracción o que los usara sin escuchar nada? Por supuesto, esto se invalida con la presunción de inocencia, pero hay una distancia considerable entre la teoría y la práctica.

Del mismo modo, es posible argumentar que actividades como hacer llamadas de voz o grabar mientras se conduce son distracciones. Probablemente haya matices en cada situación, pero de nuevo, es factible recurrir al argumento del copiloto. Nada garantiza que, de pronto, el conductor decida empezar otra actividad que lo distraiga (como enviar un mensaje de texto o responder su WhatsApp). Todo eso se dejaría a criterio del usuario. Demasiado descontrol que podría evitarse con la restricción.

¿Es la restricción la solución a la polémica o deberíamos replantear las reglas de tránsito?

En sus políticas, Google es claro al respecto: no recomienda el uso de Google Glass al volante. Aún cuando no acepta que se prohíba, tácitamente da la razón a la mayoría de los reglamentos de tránsito. Sin embargo, la duda es razonable: ¿el hecho de portar el dispositivo cuando manejas te hace un infractor? No es diferente a guardar el celular en el bolsillo al conducir, el problema está en la práctica. Quien no haya revisado un mensaje del teléfono durante un semáforo en rojo, que tire la primera piedra.

Al final, es un tema abierto a la discusión. La prohibición es la solución más obvia (como la restricción del móvil), pero también es cuestionable si las reglas limitan el avance y empleo de la tecnología. Después de todo, elementos como el GPS (o incluso, el estéreo del automóvil) no siempre estuvieron ahí.

Podría darse, por ejemplo, que la realidad aumentada de Google Glass cree una nueva experiencia de manejo; una en la que haya una curva de aprendizaje y acoplamiento y que al final, terminemos por corporizarla. No es algo impensable ―lo hacemos, por ejemplo, en simuladores o juegos de video―. ¿Estaríamos frenando ese nuevo escenario o el momento actual sería más cercano al refrán, más vale malo por conocido? El tiempo lo dirá.

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