Tecnología

Con Knocki podrás hacer táctil cualquier superficie de tu hogar

Como un control remoto para tus aparatos inteligentes

Cuando era niño mi sueño era tener un Clapper para apagar la luz de mi cuarto cuando terminaba de leer sin tener que salir de la cama. Después, mi sueño era tener un Clapper para apagar la tele análoga en la que jugaba Playstation sin tener que salir de la cama. Nunca tuve un Clapper y, con el tiempo, lo olvidé por completo. Hoy, gracias al Internet of Things, puedo encender o apagar cualquier aparato en mi casa con mi Smartphone. Pero eso no es suficiente. Llega un momento en el que uno ya no quiere estar desbloqueando el teléfono y entrando a una app cada vez que quiere apagar la luz o apagar la olla de lento cocimiento. Si tan sólo pudiera aplaudir como en los noventa...

Quizá no aplaudir. Tal vez aplaudir es demasiado retro. Lo de hoy son los gestos y transformar superficies convencionales en superficies inteligentes. El Knocki está diseñado para hacer precisamente eso. Lo puedes pegar o atornillar a cualquier superficie, sea piedra, madera, metal o yeso (tiene algunos problemas con el concreto, pero funciona bien si está pintado). Una vez instalado, el Knocki convierte toda la superficie en una interfaz con la que se puede controlar cualquier dispositivo conectado a Wi-Fi. Registra hasta 10 patrones distintos, que pueden ser desde golpes con los nudillos o tamborileos con los dedos.

El Knocki tiene la sensibilidad suficiente como para no registrar patrones accidentales, así como para funcionar desde un extremo de una pared a otra, ya que no funciona por sonido sino por las vibraciones que se mueven a través de la superficie sólida. Gracias a esto, varios Knocki pueden usarse en la misma habitación sin generar una orquesta de conflictos cada vez que golpees tres veces la mesita de café para cambiar la temperatura del cuarto con tu Google Nest. Utiliza cuatro baterías AAA, con una duración promedio de un año.

La compatibilidad del Knocki con cualquier dispositivo conectado a través de Wi-Fi lo hace útil incluso si no tienes una casa inteligente, pues puedes usarlo hasta para cosas tan sencillas como encontrar tu teléfono o como un control remoto permanente para escuchar música. Funciona a través de una app para Android o iOS, y los creadores dijeron que si hay suficiente demanda quizá también hagan una app para Windows Home.

Pero si tienes una casa llena de aparatos interconectados es donde realmente brilla, sobre todo si tenemos en cuenta que es compatible con IFTTT para que puedas crear “recetas” más complejas. Knocki cuenta con integración para Gmail, Twitter, Facebook, Spotify, SMS, lo que lo hace mucho más versátil que un simple interruptor a control remoto. Ni siquiera se me ocurre cómo usarlo con redes sociales, pero si a ti sí seguro ya estarás pensando en las posibilidades.

Su diseño es sencillo, minimalista, elegante, en color blanco con detalles metálicos, como nos gusta en el siglo XXI. Es circular y plano. Tiene un led que se enciende y apaga para avisarte que entendió tu gesto, por si acaso no estás seguro. Y por el lado práctico de las cosas, no sólo es que convierta cualquier superficie, como una pared o una mesa, en un control remoto, sino que ese mismo diseño permite una facilidad de uso para personas discapacitadas, ancianos y niños. También es sumamente cómodo incluso si no perteneces a ninguno de esos grupos.

En cuanto al precio, no es tan caro pero tampoco es barato. Puedes encargarlo desde $79 USD en Kickstarter, aunque el precio final será de $129 USD, y se entregan en diciembre. Claro que si quieres llenar tu casa de Knockis para controlar absolutamente todo la inversión puede ser excesiva, pero no tardará mucho tiempo en que lo encuentres en descuento en tiendas especializadas, o que aparezca la competencia a reducir costos. ¿Cómo puedo estar tan seguro de esto? Para empezar, le tomó una hora a Knocki cumplir su campaña inicial de Kickstarter. En un mes, habían recaudado más de un millón de dólares. Tal vez el Clapper no fue tan exitoso en su momento, pero el Knocki, creo, llegó para quedarse.

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