Tecnología

¿Qué tanto deben imitar los robots el comportamiento de los humanos?

Lograr que las máquinas se parezcan a nostros genera algunos dilemas morales

La revolución tecnológica siempre ha buscado facilitar la vida a través de las máquinas y aparatos. Así, ya no hay que preocuparse por traer un ábaco para hacer cuentas o ser muy fuerte para mover objetos muy pesados en una fábrica. Sin embargo, la urgencia de la gente de lograr que las máquinas tengan comportamientos humanos ha empezado a generar algunos dilemas morales.

Si vamos a convivir con ellos, hay que enseñarles normas sociales
Si vamos a convivir con ellos, hay que enseñarles normas sociales

Los robots no entienden la subjetividad. Al ser máquinas calculadoras, siempre resuelven los problemas de la manera más rápida o efectiva. Si alguna vez viste la película I, Robot, entenderás esto: era más lógico salvar al policía que a la niña. Sin embargo, decisiones basadas puramemente en la lógica no tienen cabida en el mundo humano, pues a fin de cuenta, somos seres de subjetividad, de emociones, de deseos. Podrá parecer que la razón rige nuestras vidas, pero en momentos extremos tendemos a hacer "lo que el corazón nos dicte" ¿o no?

Investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia crearon un software de inteligencia artificial —llamado Quixote— para enseñar a los robots a leer historias, y con ellas aprender un comportamiento apropiado y acciones adecuadas para desenvolverse en un mundo poblado por los humanos.

Para alimentar a Quixote, los investigadores pidieron que la gente de Internet brindara sus historias; cada una de ellas debería tener una gran carga de interacción social (como salir a un restaurante) y, por supuesto, explicar la mejor manera de comportarse ante cada situación. Después de alimentar el software los científicos hicieron 500,000 simulaciones, de las cuales, en 90% de los casos, los robots se comportaron de manera socialmente aceptable.

Con Quixote, los científicos buscan lograr que un robot evite hacer acciones que suenan lógicas y que sean desastrosas socialmente hablando. Por ejemplo, si en un futuro un robot debe ir a buscar una medicina a la farmacia, un buen conocimiento de la subjetividad humana evitaría que simplemente robe, y que por el contrario espere pacientemente en la fila.

"Durante años, los investigadores han debatido cómo enseñar a los robots a actuar de maneras que sean apropiadas, no intrusivas y digno de confianza", comentó Marc Steinberg, un administrador y supervisor de la Office of Naval Research (ONR), que apoya el proyecto. "Una cuestión importante es cómo explicar conceptos complejos a los robots, tales como las políticas, los valores o la ética. Los seres humanos son muy buenos en el uso de historias narrativas para darle sentido al mundo y comunicarse con otras personas. Esto podría un día ser una manera eficaz para interactuar con los robots ".

Otro ejemplo de los dilemas morales se ejemplifica en la inminente llegada de los autos autónomos a nuestras calles. Se ha comprobado que loa autos de Google son ridículamente seguros, pero cuando hace unos meses uno de ellos chocó por primera vez (aunque no fue su culpa), la noticia se convirtió en debate internacional.

El auto propone y el hombre dispone. ¿A quién queremos que proteja?
El auto propone y el hombre dispone. ¿A quién queremos que proteja?

¿Qué tanto estamos dispuestos a poner nuestras vidas en "manos" de una inteligencia artificial? Un reciente estudio científico trató de entender cómo le gustaría a las personas que los autos autónomos se comportaran en situaciones donde la muerte es inminente. Tal vez debido a una simple concepción social, la mayoría de las personas aseguró que prefería que el auto minimizara el número de muertes posibles, aunque esto pusiera en riesgo a los pasajeros. Sin embargo, en una posible contradicción, la gente también contestó que prefería comprar coches que protegiera en primer lugar a los pasajeros. Entonces, si fuera necesario elegir, ¿a quién tendría que salvar el vehículo? ¿a los pasajeros o a los transeúntes? A la gente le gusta pensar en el bien común en escenarios abstractos, pero cuando llega el momento de obtener un carro, siempre elige uno que sea seguro para los que están dentro.

El problema aquí es que, a diferencia de los humanos, las máquinas sí pueden hacer millones de cálculos en milésimas de segundos. Es por ello que en un posible escenario donde alguien muera debido a un choque en auto autónomo, la gente sabrá que fue una decisión fríamente calculada, y no solo simple falta de reflejos. Y esto, es incómodo para el pensamiento humano. Las máquinas nunca serán iguales a nosotros, y por más que las enseñemos de subjetividad y comportamiento social, al final siempre estarán regidas por la lógica.

Los robots podrían enseñarnos una nueva forma de ver el mundo
Los robots podrían enseñarnos una nueva forma de ver el mundo

No obstante, no todo es oscuro en cuanto al curso que está tomando la robótica. A los humanos no les gusta lo no familiar o lo desconocido, por lo que siempre buscamos darle características reconocibles a todo. Es por eso que se intenta que las máquinas tengan forma humanoide. Y de hecho, esto ha logrado que les agarremos cariño. Así como a nuestro avatar en un juego de video, se ha comprobado que en el ámbito militar, algunos soldados han formado una especie de relación emocional con los robots que utilizan. Y es que, dado que somos seres de sentimientos, tendemos a relacionarnos de manera sentimental con todo nuestro alrededor: personas, animales, objetos o hasta máquinas: ¿quién no se ha puesto triste porque se le rompe su celular?

Tal vez nunca vayamos a aceptar a los robots como iguales, pero sí a otro nivel más subjetivo; y por supuesto, esto puede generar problemas, aunque también beneficios. ¿Recuerdas a Fry y Bender de Futurama? Pensando en un futuro lejano donde los robots sean autónomos, éstos podrían llegar a ser un soporte emocional para las personas. Si te dejó la novia o murió alguien cercano, un robot puede brindarte ese apoyo que otras personas no podrían. ¿Por qué? Por su naturaleza racional: las máquinas podrían enseñarnos una nueva forma de ver el mundo antes desconocida para nosotros, debido al razonamiento sesgado por la subjetividad. Quién sabe, quizá hasta podrían lograr ese cambio de paradigma el cual tiene a la Tierra al borde del colapso.

Por último, hay que mencionar las implicaciones médico-psicológicas que pueden tener nuestros amigos electrónicos. El Scassellati's Social Robotics Lab se ha dedicado durante años a investigar sobre tecnología y encontrar modos para que ésta ayude a los humanos. Algunos de sus últimos experimentos son relacionados con el autismo en los niños. Un artículo de phys.com artículo sobre este laboratorio cuenta como una niña, siempre seria y desconectada del mundo, hace inmediata conexión con un pequeño-robot dinosario que trata de cruzar un río imaginario. La niña se entusiasma, lo apoya y lo alienta. Otro ejemplo es el de un robot muñeco de nieve que le cuenta una historia de su perro a un niño, el cual después tiene que traducirla a otro idioma. El niño se concentra y se enfoca con ayuda del robot, hasta lograr terminar la tarea.

Los robots pueden usarse para tratar con desórdenes priscológicos
Los robots pueden usarse para tratar con desórdenes priscológicos

Los científicos desconocen por qué los niños autistas muestran esa disposición a crear lazos con las máquinas, pero sin duda es un gran logro. "Necesitamos robots que puedan cambiar y crecer con el niño. Algo que pueda ser personalizado para un niño en particular, algo que pueda reconocer qué conoce y qué no conoce el niño, y después pueda dirigir la experiencia hacia lo que se necesite. Ese es el objetivo", comentó Scassellati.

Como verás, esa obsesión con que los robots se parezcan cada vez más a nosotros genera dilemas morales que nos atemorizan un poco, pues no sabemos cuáles puedan ser las consecuencias. Sin embargo, también podemos ver cómo el darles a las máquinas un conocimiento de lo que es "ser humano" puede asistir, tanto a ellas como a nosotros para crear una buena convivencia, interacción e incluso puede ayudarnos a mejorar como especie. Probablemente las máquinas nunca lleguen a ser exactamente como nosotros; pero lograr que se parezcan al menos un poco, parece ser un paso en la dirección correcta.

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