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Sucesores espirituales: lo mismo, pero sin licencia

A los gamers no les gusta lo nuevo y diferente

El muy esperado Mighty N° 9 está a un par de semanas de su lanzamiento, en redes circula el más reciente trailer de Yooka Laylee y el equipo desarrollador de Bloodstained: ritual of the night nos entregó un nuevo avance. Estos 3 juegos tienen algo en común son sucesores espirituales de Mega Man, Banjo Kazooie y Castlevania respectivamente.

Al hablar de sucesores espirituales, nos referimos a juegos que se ven como el original, se juegan como el original, la mayoría de las veces están hechos por el creador original, pero ¡oh señores! No son el juego original.

Wikipedia lo explica mejor que yo:

Un sucesor espiritual, a veces llamado secuela espiritual, es un sucesor a una obra de ficción que no implica directamente construir sobre la historia establecida por un trabajo previo como hacen la mayoría de las precuelas o secuelas tradicionales, sin embargo contiene muchos de los mismos elementos, temas y estilos como su material de origen

Aunque muchos mencionan que ya existían juegos así hace más de 10 años, desde hace un par este fenómeno ha tomado una forma particular y reúne características especiales:

  • Rinde tributo a una propiedad intelectual de culto.
  • Pretende continuar con el legado de un personaje o franquicia que ha sido abandonada por su compañía madre.
  • Es desarrollado por una persona o equipo a quienes se les atribuye la autoría de un personaje o franquicia.
  • Alude a la nostalgia de los juegos anteriores y promete llevar el concepto a su siguiente paso.

Sin embargo hay una razón de más peso detrás de todo esto y se trata de un problema que afecta directamente a la industria y a sus participantes: no nos gustan las nuevas ideas.

The Wonderful 101 es un gran juego, original y divertido, pero no se vendió ni entre los dueños de Wii U que pedían nuevas IP
The Wonderful 101 es un gran juego, original y divertido, pero no se vendió ni entre los dueños de Wii U que pedían nuevas IP

Todos los años miles de videojugadores están pendientes del E3, del Tokyo Game Show, de los Nintendo Direct y demás conferencias sólo para quejarse amargamente por la salida de más juegos de una franquicia: que sí otro Call of Duty, que sí ahí viene el nuevo Super Mario, que sí a quién le interesa el FIFA 2020

Todos estos reclamos son válidos y seguramente representan inquietudes verdaderas de muchos gamers, pero del plato a la boca se cae la sopa y al momento de la verdad, cuando las compañías desarrolladoras se arriesgan por una nueva propiedad intelectual y es lanzada al mercado, la respuesta en ventas no es congruente a esta “gran demanda por juegos nuevos”.

Sí, existen nuevas franquicias muy exitosas como los recientes Splatoon de Nintendo y Overwatch de Blizzard, pero hay que tomar en cuenta que dichas compañías lanzaron estos juegos con un fuerte aparato de marketing —además de que están muy bien hechos— y su existencia como excepción confirma lo que planteo.

Algunos usan la palabra sucesor para evitar las críticas de plagio. Zero Gravity AX pretendía venderse como secuela espiritual de F-Zero, pero fue cancelado
Algunos usan la palabra sucesor para evitar las críticas de plagio. Zero Gravity AX pretendía venderse como secuela espiritual de F-Zero, pero fue cancelado

Este fenómeno es mucho más evidente si volteamos hacia el fabuloso mundo del gaming en PC, donde han nacido juegos independientes que han alcanzado una grandiosa reputación y en algunos casos trascienden hacia las consolas. También hay que mencionar los cientos de juegos para celulares y tablets para darnos cuenta de los elementos en común: son fáciles de acceder y no cuestan —ni recaudan— los millones que juegos de franquicias populares.

En el caso de los juegos indie, el desarrollo de muchos de ellos depende de un grupo pequeño, son el equivalente a las películas de autor y al cine “de arte” que se realiza con un presupuesto limitado pero con buenas ideas. De la misma forma, sólo un puñado de los cientos que son lanzados llegan al estrellato y sobre todo: no pueden competir contra las súper producciones.

Esto no pasa en los grandes estudios, estas compañías que invierten millones durante varios años para entregar un nuevo juego no se van a arriesgar a que la idea falle, por eso deciden enfocar sus esfuerzos en innovar dentro de franquicias ya establecidas: el nuevo Assassin's Creed, la nueva entrega de Halo, o la secuela inmediata de una nueva IP que sí pegó.

Después del éxito que tuvo el financiamiento de Mighty N° 9, Keji Inafune trató de repetir la hazaña con el sucesor espiritual de Mega Man Legends, pero no obtuvo la respuesta esperada
Después del éxito que tuvo el financiamiento de Mighty N° 9, Keji Inafune trató de repetir la hazaña con el sucesor espiritual de Mega Man Legends, pero no obtuvo la respuesta esperada

Evidentemente es una culpa compartida, Nintendo no va a dejar de hacer juegos de Mario porque incluso si venden poco, son ventas garantizadas y los jugadores van a comprar estos juegos porque… Vamos ¡es Mario! Piensa en un Smash Bros sin sus personajes, piensa en un Call of Duty sin el nombre, o en cualquier Final Fantasy sin el empuje de la marca.

Por eso existen los sucesores espirituales, nacen de la nostalgia y se aprovechan del amor a lo conocido y el estatus del desarrollador. Así como en el cine los trailers anuncian “de 3 de los 7 creadores y 4 guionistas de la pelicula que rompió records hace 2 años…” Estos juegos tienen que emocionarnos con la promesa de regresarnos un pedazo del pasado lo suficientemente distinto como para no violar derechos de autor, pero suficientemente parecido para que lo sientas cercano a ti.

Mientras las grandes compañías abandonan a sus personajes, los sucesores espirituales se abren paso y aprovechan la nostalgia para vender juegos.

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