Una de las fantasías más comunes que tiene cualquiera que se considere gamer es la de asistir al Electronic Entertainment Expo, —o E3 pa los cuates— el acontecimiento más grande e importante de la industria de los videojuegos, la meca de la prensa especializada y el evento donde se reúne la crema y nata del entretenimiento virtual.
Hay muchas razones para querer ir: información de primera mano, anuncios importantes, probar los juegos antes que nadie y estar en contacto con el corazón de la industria. Al menos esa es la fantasía, la realidad es que cada año el E3 está más cerca de llegar a su fin —por lo menos, en la forma en la que lo conocemos—.
El dia de ayer nos despertamos con noticias importantes por parte de Nintendo, entre ellas la confirmación de que su nueva consola —nombre clave NX— saldrá a la venta en marzo de 2017, y que en la próxima E3 no veríamos nada del nuevo hardware, pero sí tendríamos noticias del nuevo Zelda.
Esto significa que este año no tendremos ni un vistazo a la nueva propuesta de Nintendo, y que el E3 de 2017 ya la tendremos en nuestros hogares —a menos que la retrasen— . Si a esto agregamos que las grandes noticias se dan a conocer ahora en las juntas de inversionistas que se hacen públicas y los Nintendo Direct que hay durante todo el año, la presencia de Nintendo en el E3 ya se siente como una mera formalidad.
Pero no se trata solo de la gran N, desde el año 2005 Blizzard organiza su propia evento — Blizzcon— y más recientemente Sony con el PlayStation Experience donde dan conferencias, anuncios y muestran sus próximos juegos no solo a la prensa especializada sino al público en general. Muchas de las grandes empresas han adoptado esta estrategia y este año, el E3 se quedará sin los booths de Disney Interactive, Wargaming, Activision y Electronic Arts, pues han decidido que este evento no satisface sus necesidades actuales.
Todo esto es una consecuencia lógica del manejo de información que tenemos actualmente, solo piensalo, todos los días se “filtra” algo, cada semana sale un trailer nuevo, una entrevista, una declaración. Hay cientos de personas dedicadas a indagar en bases de datos, oficinas de patentes y soltando rumores a cada momento, llega un punto en que es imposible seguirle el paso.
En un mundo así de informado y en constantes actualizaciones, dónde las marcas pelean por la atención del público en redes sociales ¿qué valor tiene un evento como el E3? Algunos lo ven como un campo de lucha donde se llevan a cabo las más encarnizadas demostraciones de poder y popularidad en la llamada guerra de consolas. Microsoft y Sony muestran sus mejores cartas y ponen a pelear a sus legiones de fanboys —mientras la gente de Nintendo saca algo raro y los fans se emocionan— en una jornada de 3 días, después de la cual cada compañía se declara vencedora.
Pero este choque de titanes no es más que espectáculo, la función principal y con la que nació esta exposición cada día parece menos importante. Todos los usuarios tienen alcance a la información y desde el punto de vista de negocios, es más barato y más rentable tener un evento propio a pelear por atención en un evento conjunto.
Así lo han demostrado Nintendo, Sony, Blizzard y otros que cada día invierten más en el contacto directo con el público —que al final del día son los que compran sus productos— que en eventos cerrados a la prensa. De ahí que no nos sorprenda que la organización de E3 haya abierto parcialmente la expo a los fans, y que en próximas ediciones la apertura sea total.
Sin embargo, una de las cosas que nos hacía soñar con viajar a Los Ängeles cada año, era tener la oportunidad de ser los primeros en conocer las noticias de primera mano, de tener en nuestras manos el nuevo control, jugar con la nueva consola y probar títulos aún en desarrollo, era la tierra prometida, la Disneylandia de los gamers.
Esta experiencia ya ni siquiera es única de E3, en varias partes del mundo durante convenciones de cómics, tecnología, y videojuegos, las compañías hacen acto de presencia y logran llegar a los medios especializados sin gastar más que una fracción de lo que invierten en E3.
Entonces ¿qué camino le queda? ¿Convertirse en una Comic-Con de videojuegos? ¿Abrirse totalmente al público en general? ¿Cambiar de enfoque? No lo sabemos aún con certeza, pero no estamos muy lejos de descubrirlo. Con la cantidad de empresas que abandonan el barco, la accesibilidad de la información y el ritmo creciente de la industria, no sería raro que E3 2016 sea la última edición de esta expo tal como la conocemos.
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