Un nuevo día, una nueva demanda para Uber. Tanto las compañías de transporte como algunos gobiernos mundiales, e incluso otras empresas que brindan servicios similares, atacan a Uber constantemente, sin embargo, la empresa ha generado un escudo de cinismo casi impenetrable. El modelo de negocio de Uber y sus tácticas han sido cuestionados de manera constante a lo largo de su historia operativa, pero continúa afianzándose y, actualmente su servicio está disponible en más de 2000 ciudades en el mundo. Ahora, lo que realmente debería importarnos es que Uber es el futuro y que está aquí para quedarse.
Claro, esa es también la razón que ha convertido a este startup en uno de los blancos legales más jugosos. “La policía francesa irrumpió en las oficinas de Uber Paris“, “California taxis sue Uber, allege false advertising...”, “For-hire drivers file class action lawsuit against Uber...”, “Uber Safety Lawsuit: Lax Ride-Sharing Model...”, “As Uber battles 13 lawsuits, cabbies & state agencies...”, estos son sólo algunos ejemplos de los titulares que Google muestra al buscar información de la ahora poderosa compañía. Realmente no es difícil explicar la situación: Uber tiene mucho dinero y se mueve en un entorno legal bastante gris, y eso lo hace vulnerable.
De hecho, la situación de Uber es similar a la vivida durante los primeros años del microondas: nadie sabía cómo funcionaba y eso lo convirtió en víctima de la ignorancia. La reacción de los detractores de Uber sigue un modelo similar: no entiendo qué es esto, a la gente le gusta, hay tecnología involucrada... debo satanizarlo. Uber se ha convertido en el culpable de facto del descontento por la falta de aumento en las tarifas de transporte, de la disminución generalizada del uso de taxis en Europa ―incluso en países en los que Uber no opera― y de accidentes en los que, si bien ha habido conductores involucrados, Uber no tuvo participación directa.
En cuanto al dinero, la dinámica se ha consolidado poco a poco y las demandas a la compañía se han vuelto cosa del día a día. De hecho, ha habido un incremento tan grande, que algunos abogados, principalmente en Estados Unidos y Europa, han ajustado sus prácticas para especializarse en transporte tecnológico, una rama que bien podría ser llamada Uber Law. Otro fenómeno interesante es que, por alguna razón misteriosa, las compañías de transporte parecen descubrir nuevas violaciones a la ley por parte de Uber cada vez que ésta anuncia una nueva ronda de financiamiento o aumenta su valor en la bolsa.
Y Uber no es un jugador amable, ninguna compañía llega a valer más de $40,000 millones de dólares siendo amable y siguiendo las reglas. Uber es el perfecto ejemplo de que un modelo operativo blindado con el cinismo de sus directivos y un poco de marketing agresivo pueden catapultar una empresa. De hecho, cuando hay dinero y un área de oportunidad global de por medio, ¿a quién le importa soportar algunas prácticas antiéticas, algunas amenazas de venganza contra la prensa o un poco de interpretación jurídica creativa? Si la legislación de los países en los que Uber opera no puede mantenerse a la par de la tecnología, la explotación de las lagunas legales es su culpa, ¿no?
Muchos adjudican el éxito de Uber a su capacidad para evadir disposiciones legales con la mano en la cintura y a la falta de un marco jurídico determinado y determinante, pero, al final del día, la verdad es que aunque la compañía fuera obligada a someterse a los mismos lineamientos que los medios de transporte tradicionales, tiene 2 cosas que faltan en el resto de su competencia: decenas de miles de millones de dólares y la ventaja de ser un startup con todo el empuje de la tecnología y el público, sin nada que perder.
Y aunque todavía no es claro cuál será el camino que deberá tomar para hacerlo, la realidad es que Uber llegó para quedarse y nuestra recomendación para las compañías de transportación y taxis es que no se conviertan en el vendedor de fuetes que quiso mantener su negocio tras la llegada del Ford Model T.
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